Una infección de transmisión sexual (ITS) es una infección que se ha transmitido a través de la actividad sexual. Algunos ejemplos bien conocidos de ITS son la sífilis, el SIDA, el herpes y la gonorrea. Los médicos prefieren el uso del término «ITS» en lugar de Enfermedad de transmisión sexual (ETS), porque es posible que alguien se infecte sin mostrar signos de enfermedad, lo que significa que la infección puede ser transmitida por personas asintomáticas. Las ITS son un problema grave en muchas partes del mundo, ya que pueden ser difíciles de prevenir y tratar sin acceso a los materiales adecuados.
Los seres humanos han sido conscientes de que algunas enfermedades parecen transmitirse a través de la actividad sexual durante cientos de años. Una de las ITS identificadas más temprano fue la sífilis, una enfermedad que una vez devastó la sociedad europea. También se las conocía como enfermedades venéreas, en honor a Venus, la diosa romana del amor, o «enfermedades sociales». A mediados del siglo XX, los humanos conocían una larga lista de estas enfermedades, muchas de las cuales se volvieron curables con la llegada de la penicilina. Sin embargo, hacia fines del siglo XX, surgieron enfermedades como el SIDA, junto con formas de infecciones de transmisión sexual más antiguas resistentes a los medicamentos, lo que desafió a los médicos a encontrar nuevos tratamientos para estas infecciones perniciosas.
Una ITS puede ser fúngica, viral, bacteriana o parasitaria. Muchas infecciones también pueden transmitirse a través del contacto no sexual, lo que lleva a algunos profesionales médicos a llamarlas Infecciones de Transmisión Sexual, para recordar a las personas que existen numerosos vectores de transmisión de enfermedades, como pinchazos con agujas e higiene inadecuada, entre otros. Generalmente, una ITS se transmite a través del contacto directo con fluidos corporales, lo que significa que el riesgo de contraer una de estas enfermedades puede reducirse en gran medida con el uso de barreras durante el contacto sexual. Por esta razón, muchos educadores en salud fomentan el uso de condones y protectores dentales.
Una vez infectado, existen distintas opciones de tratamiento, según el tipo de infección. En algunos casos, se pueden usar antibióticos o antivirales para tratarlo, eliminándolo del cuerpo del paciente con la ayuda del sistema inmunológico. En otros casos, como ocurre con el sida o el herpes, no existe cura, aunque se pueden utilizar fármacos para tratar los síntomas o para reducir la carga viral del paciente.
En el mundo en desarrollo, las infecciones de transmisión sexual son un problema importante, porque las herramientas preventivas como los condones no están disponibles o son socialmente inaceptables. El tratamiento puede ser difícil una vez que alguien ha sido infectado porque es posible que no se disponga de los medicamentos adecuados o que el paciente no pueda cumplir con un régimen de medicamentos que requiera múltiples tratamientos. Algunos científicos han expresado su preocupación de que los tratamientos parcialmente completados y las tasas de infección generalizadas puedan estar creando nuevas versiones de las ITS que podrían resultar difíciles de tratar en el futuro.