La homeostasis se puede definir como la tendencia de un organismo a mantener el equilibrio de diferentes sistemas internos mediante el uso de varios procesos bioquímicos y físicos. Ejemplos de homeostasis en humanos incluyen el intento del cuerpo de mantener una presión arterial bastante constante y normal, y sus esfuerzos por regular la temperatura interna del cuerpo. Otro ejemplo de homeostasis humana es la homeostasis de la glucosa, también conocida como regulación de la glucosa en sangre o regulación del azúcar en sangre. La homeostasis de la glucosa se basa en el equilibrio y las interacciones de dos hormonas, la insulina y el glucagón, para mantener un nivel saludable de glucosa en sangre.
En circunstancias normales, el cuerpo puede equilibrar la cantidad de glucosa o azúcar en la sangre con la cantidad de glucosa que las células necesitan como combustible. La hormona insulina, que produce el páncreas, facilita el transporte de glucosa al interior de las células. Muy poca insulina disponible en el torrente sanguíneo reducirá la cantidad de glucosa que las células pueden absorber. Esto elevará el nivel de glucosa en sangre, lo que a su vez estimula al páncreas para que libere más insulina y permita una mayor absorción de glucosa.
El otro lado de la ecuación en la homeostasis de la glucosa involucra al glucagón, otra hormona producida por el páncreas. El glucagón actúa de manera similar pero opuesta a la insulina. Cuando los niveles de glucosa en sangre son bajos, el páncreas libera glucagón. La hormona estimula al hígado para que libere la glucosa almacenada dentro de sus células, elevando así los niveles de glucosa en sangre a un nivel normal.
En un individuo sano, estas interacciones y ajustes hormonales mantienen un nivel de glucosa en sangre bastante constante y óptimo. Cuando algo interrumpe esta homeostasis de la glucosa, una persona puede experimentar niveles de glucosa en sangre fuera del rango normal para una persona sana. La hiperglucemia, o glucosa alta en sangre, puede ocurrir cuando el páncreas produce insulina insuficiente o cuando las células son resistentes a la insulina.
La insulina insuficiente y la resistencia a la insulina se asocian con diabetes mellitus y pueden causar hiperglucemia grave. Los pacientes con diabetes mellitus deben controlar de cerca sus niveles de glucosa en sangre. A menudo, las personas con diabetes necesitarán inyecciones de insulina o medicamentos orales para controlar su nivel alto de glucosa en sangre. Si no se trata, la diabetes mellitus y la hiperglucemia asociada pueden dañar los riñones, los ojos y el sistema circulatorio.
La hipoglucemia, o glucemia baja, generalmente se considera menos grave que la hiperglucemia, a menos que la hipoglucemia esté presente en un paciente con diabetes. En tales casos, la hipoglucemia puede significar una sobredosis de insulina administrada o medicación oral, lo que puede conducir a niveles peligrosamente bajos de glucosa en sangre. Los casos menos graves pueden ocurrir debido al ayuno, el esfuerzo excesivo o alguna condición metabólica. Los síntomas de la hipoglucemia incluyen fatiga, náuseas y mareos.