«Robofly» es un nombre genérico para cualquier intento de máquinas voladoras artificiales en la escala de tamaño de las moscas domésticas, con una envergadura de unas 3 cm (alrededor de una pulgada) y un peso de unos 100 miligramos. Varios esfuerzos de investigación se han centrado en este desafío, a menudo inspirándose en la biomecánica de moscas reales.
Uno de los primeros esfuerzos serios para construir un robofly fue el del Laboratorio de Millisistemas Biomiméticos de la Universidad de California en Berkeley. Iniciado en 1998 y aún en curso, el proyecto aún no ha construido con éxito un robofly real, aunque algunos investigadores colaboraron en lo que finalmente se convirtió en el primer robofly exitoso. El equipo también hizo numerosas observaciones y descubrimientos importantes sobre la mecánica del vuelo a escala de insectos. Al descubrir que el acero inoxidable carecía de la relación resistencia-peso necesaria, el equipo comenzó a construir prototipos de fibra de carbono en 2002.
El primer robofly exitoso fue construido por el ingeniero de Harvard David Wood en 2007. Tenía una envergadura de 3 cm y un peso de 60 mg. Debido a que el robofly carecía de un sistema de control, era un vuelo atado. Como muchos otros esfuerzos robofly, el trabajo de Wood ha sido financiado por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, DARPA. El ejército de los Estados Unidos ha estado interesado en desarrollar robots robóticos con fines de vigilancia, aunque tendrían muchas otras aplicaciones.
La construcción de roboflies es difícil por varias razones: la biomecánica del vuelo de la mosca no se comprende perfectamente y los componentes necesarios para construir prototipos son tan pequeños y fuertes que se necesitan técnicas de fabricación especiales para construirlos. Para el exitoso robofly de Harvard, se utilizó el micromaquinado láser de componentes de polímero y fibra de carbono, con una precisión de tan solo dos micrones.
Debido a que los roboflies son tan pequeños, la información de vigilancia que podrían captar en el campo probablemente sería de muy baja resolución, probablemente similar a las señales visuales captadas por las moscas de la vida real. Su pequeño tamaño también evitaría las comunicaciones a bordo con cualquier cosa menos requisitos de energía muy bajos. Para ahorrar espacio en el actuador, robofly utiliza materiales electroactivos que se doblan en respuesta a campos eléctricos. A partir de 2008, los investigadores todavía están trabajando para optimizar los diseños de moscas y hacer despegar sus diseños preexistentes.