Un termómetro de alcohol es un termómetro que utiliza la expansión y contracción del alcohol en respuesta a los cambios de temperatura para medir la temperatura. Se pueden usar varios alcoholes diferentes, dependiendo del entorno en el que se utilice el termómetro, siendo el etanol uno de los más comunes. Este tipo de termómetro es muy popular porque no es tóxico, a diferencia de un termómetro de mercurio en vidrio, y el contenido no representará una amenaza para la salud humana o el medio ambiente si el termómetro se rompe.
Dado que los alcoholes son claros, generalmente se agrega un tinte al alcohol usado en el termómetro. El rojo es una opción común para el tinte, aunque también se pueden usar otros colores, y la parte posterior del termómetro generalmente está coloreada para proporcionar contraste, de modo que el menisco del líquido sea claramente visible, lo que permite lecturas de temperatura precisas. El termómetro también puede estar alojado en una carcasa que lo protege de impactos y fluctuaciones bruscas de temperatura, y para que sea más fácil de manejar.
Los termómetros de alcohol funcionan encerrando un capilar estrecho unido a un bulbo de líquido de reserva. A medida que la temperatura aumenta, el alcohol se expande y asciende por el capilar. A medida que baja la temperatura, el fluido se contrae y desciende por el capilar. Los marcadores a lo largo del capilar indican la temperatura, y la gente lee la temperatura al encontrar el marcador que corresponde al menisco del líquido dentro del capilar. Esto puede ser complicado de hacer con un capilar estrecho, ya que el fino hilo de alcohol puede parecer casi invisible incluso con el tinte.
El primer prototipo del termómetro de alcohol parece datar del siglo XVII. Es uno de los numerosos dispositivos que se pueden utilizar para medir la temperatura, y varios laboratorios y organizaciones científicas utilizan termómetros de alcohol para realizar lecturas de temperatura. Se utilizan diferentes tipos de alcohol para diferentes afecciones; un termómetro de alcohol etanol, por ejemplo, no puede funcionar muy bien a temperaturas demasiado por encima del punto de ebullición del etanol.
Al igual que con un termómetro de mercurio en vidrio, es fácil sesgar la lectura de un termómetro de alcohol calentando o enfriando la bombilla que contiene el líquido de reserva. Por esta razón, es importante evitar manipular la bombilla cuando se trabaja con este tipo de termómetro y evitar exponer la bombilla a temperaturas extremas cuando se trata de obtener una lectura precisa. Por ejemplo, un termómetro de alcohol que se usa para medir la temperatura interior no debe colocarse en un lugar soleado en la casa o en un área al lado de una estufa o calentador.