Un antagonista de la vitamina K es un tipo de medicamento que se opone a los efectos de la vitamina K en el cuerpo. Estos medicamentos se usan a menudo como anticoagulantes, lo que significa que se administran a los pacientes para disminuir la capacidad de coagulación de la sangre. El agente farmacéutico más utilizado en esta clase de fármacos es la warfarina. Los pacientes que toman este medicamento deben someterse a análisis de sangre con regularidad para controlar el efecto que tiene su administración en la sangre. Las mujeres embarazadas no deben tomar medicamentos de esta clase porque sus bebés en desarrollo pueden desarrollar defectos de nacimiento.
Las sustancias que funcionan como antagonistas de la vitamina K actúan inhibiendo la acción de la vitamina K, una molécula que normalmente ayuda a facilitar una serie de reacciones en el cuerpo. Quizás lo más importante es que la vitamina K ayuda a crear una serie de proteínas diferentes que ayudan a promover la capacidad de coagulación de la sangre. Ésta es una función fisiológica importante porque ayuda a prevenir la pérdida de sangre a causa de cortes u otras lesiones en el cuerpo. Sin la actividad de la vitamina K en el cuerpo, la producción de estos factores de coagulación disminuye y la sangre tiene una menor capacidad de coagulación.
Los pacientes reciben medicamentos antagonistas de la vitamina K por diversas razones. Por ejemplo, a los pacientes que tienen válvulas cardíacas mecánicas o marcapasos se les administran estos medicamentos durante períodos prolongados, porque sin ellos podrían tener un mayor riesgo de formar coágulos de sangre en el corazón que podrían desprenderse e ingresar al cerebro, causando un derrame cerebral. Los pacientes que tienen ritmos cardíacos anormales también reciben estos medicamentos porque también tienen un mayor riesgo de formar coágulos de sangre en el corazón. Quizás una de las arritmias más comunes tratadas con esta clase de agentes farmacéuticos es la fibrilación auricular, una condición en la que el corazón late de manera irregular.
El antagonista de la vitamina K más utilizado es la warfarina, un medicamento que también se conoce con el nombre de coumadin. Este fármaco tiene una historia interesante, ya que su uso inicial fue como veneno para ratas, ya que altas dosis podrían inducir un sangrado excesivo y fatal en estos animales. Los seres humanos que toman warfarina deben ser controlados con regularidad para medir el efecto que tiene sobre la capacidad de coagulación de la sangre, ya que las altas concentraciones de la sustancia en la sangre pueden causar un sangrado excesivo, especialmente después de un trauma. En estos pacientes se comprueba un análisis de sangre llamado índice internacional normalizado (INR), y el valor objetivo para este número suele estar entre 2 y 3.
Es importante que las mujeres embarazadas no tomen ningún medicamento que sea un antagonista de la vitamina K porque se sabe que estos medicamentos causan defectos de nacimiento. Estos medicamentos se consideran teratógenos, que es el término médico para las sustancias conocidas por dañar a los bebés en desarrollo. Si se exponen, especialmente al principio del proceso de desarrollo, pueden desarrollar esqueletos anormales, brazos o piernas acortados y retraso mental.