¿Cuál es el tratamiento para la deficiencia de IGG?

Una deficiencia de inmunoglobulina G, llamada deficiencia de IgG, se puede tratar con antibióticos en casos leves cuando estalla una infección o con terapia de reemplazo intravenosa en casos severos donde los antibióticos resultan ineficaces. Algunos pacientes con deficiencia de IgG toman un antibiótico de amplio espectro todos los días para prevenir la recurrencia de la infección. Los médicos pueden rotar el tipo de medicamento para prevenir la resistencia a los antibióticos a un medicamento en particular.

La IgG representa una de las tres clases de anticuerpos que se encuentran en la sangre humana, y la IgG se considera la más importante para combatir las infecciones. Cuando ocurre una deficiencia de IgG, un paciente puede sufrir infecciones respiratorias superiores repetidas de los senos nasales, la garganta, los oídos o el pecho. Un régimen de antibióticos generalmente elimina la infección, pero regresa después de suspender el medicamento.

El tratamiento de pacientes con una deficiencia de IgG a veces implica dosis preventivas de antibióticos todos los días. Primero, la infección desaparece antes de que comience la medicación preventiva. Esta terapia generalmente trata a pacientes que frecuentemente faltan al trabajo o la escuela debido a infecciones respiratorias repetidas.

Si el tratamiento con antibióticos no logra prevenir la enfermedad, se puede administrar inmunoglobulina por vía intravenosa. Los anticuerpos IgG se infunden en la sangre durante un procedimiento que generalmente toma de una a tres horas. Si el cuerpo comienza a producir niveles adecuados de IgG, se interrumpe la terapia, lo que es común en los niños pequeños.

El sistema inmunológico humano está formado por proteínas y células que luchan contra el material extraño que causa la infección. Cuando este sistema no funciona correctamente, se produce una infección repetida. El sistema inmunológico de un niño no produce IgG hasta que tiene aproximadamente seis meses de edad; el feto recibe anticuerpos de la madre mientras está en el útero. Si el cuerpo del niño no comienza a producir la sustancia, podría provocar una deficiencia de IgG, provocando enfermedades repetidas. Por lo general, supera la afección a la edad de tres años.

La deficiencia de IgG generalmente se descubre mediante un análisis de sangre que mide el nivel de inmunoglobulina. A veces, las pruebas muestran valores normales cuando existe una deficiencia porque hay cuatro subclases de IgG. Si una subclase se registra más alta de lo normal, puede sesgar los resultados. Para obtener una medición precisa, se deben evaluar los cuatro subtipos. Los investigadores no saben qué causa la deficiencia, pero podría estar relacionada con un gen en un cromosoma que funciona mal.

Si fallan los genes que regulan el sistema inmunológico, no hay cura para la deficiencia. Un bebé que nazca con esta anomalía podría necesitar un tratamiento de por vida. Si el problema proviene de un sistema inmunológico inmaduro, podría resolverse por sí solo con el tiempo y se puede suspender el tratamiento con IgG.