Una nganga, o un médico brujo, ocupa un lugar destacado en muchas sociedades africanas tradicionales. Se trata de un hombre o mujer que se ha entrenado durante muchos años para convertirse en un experto herbolario y sanador espiritual, y tiene un amplio conocimiento de las medicinas que se pueden obtener del bosque; los remedios se mantienen en secreto y normalmente no se comparten con el público en general ni con otros curanderos. La nganga es convocada en tiempos de problemas tanto para adivinar la razón de una enfermedad en particular como para proponer los pasos necesarios para curarla; también puede ser citado para que explique una muerte no causada por la vejez.
Para empezar, el nganga hablará con el paciente y le pedirá que desahogue los detalles íntimos de su estado físico y mental. Contarle a la nganga sus ansiedades y preocupaciones puede aliviar la condición del paciente hasta cierto punto. Esto es similar a discutir la angustia interna con un psiquiatra en otras sociedades.
La curación sobrenatural que viene a continuación implica cantar para invocar a los espíritus y usar el hakata, cuatro piezas de madera rectangulares con superficies talladas, para adivinar qué tipo de espíritus son. La nganga escupe una mezcla especial sobre las piezas de hakata y las tira al suelo y adivina un significado por la forma en que caen y la combinación en la que caen. El nganga se comunica con los espíritus y averigua si son espíritus ancestrales y les pregunta las razones detrás de la enfermedad del paciente. Luego se le pide al espíritu una solución al problema.
Si el problema no está relacionado con el mundo espiritual, entonces el nganga prescribe hierbas para tratar la enfermedad. Además de las hierbas, el medicamento también puede incluir partes de animales. Estos remedios tradicionales se han ido perfeccionando a lo largo de los siglos y pueden resultar muy eficaces, como en el caso de la quinina.
La mayoría de los curanderos nganga están dispuestos a viajar largas distancias para ver a sus pacientes. Por lo general, se les compensa por los gastos de viaje incurridos, así como por la adivinación y la cura. Es una práctica común realizar el pago por la adivinación de antemano, mientras que el pago por el tratamiento a base de hierbas se realiza una vez finalizado. Aparte de estas fuentes de ingresos, la mayoría de las ngangas tienen su propia tierra y pueden ganarse la vida de manera razonable.