El término política de inmigración se refiere a una política legal establecida por una entidad gubernamental, generalmente una nación soberana, para gestionar la inmigración. Tales políticas pueden buscar alentar, limitar o prevenir la inmigración. La mayoría de las naciones emplean políticas que favorecen a ciertos tipos deseables de inmigrantes mientras buscan restringir el acceso de otros tipos. Muchas naciones ofrecen programas especiales de inmigración para permitir la reunificación de familias, aunque estos programas han causado controversia, particularmente en Europa.
La historia de los Estados Unidos ilustra de manera útil todas las variedades principales de política de inmigración. A lo largo de gran parte de la historia temprana de los Estados Unidos, la inmigración estuvo en gran parte sin regular, en parte porque había una fuerte demanda de mano de obra. Durante la segunda mitad del siglo XIX, la inmigración procedió rápidamente y provocó una reacción nativista, que llevó a la aprobación de leyes para limitar la inmigración de áreas cuyas personas se consideraban menos deseables, particularmente Asia y el sur de Europa. A partir de este momento, Estados Unidos y la mayoría de las naciones europeas emplearon políticas de inmigración diseñadas para permitir la inmigración de manera selectiva.
La riqueza es un factor clave para determinar la conveniencia de un inmigrante potencial. La mayoría de las naciones ofrecen una vía rápida hacia la ciudadanía para los inmigrantes potenciales que pueden demostrar que traerán consigo un nivel considerable de riqueza personal y que tienen la intención de usar esa riqueza para invertir en el país al que buscan ingresar. Las naciones desarrolladas también buscan generalmente asegurarse de que los inmigrantes puedan mantenerse a sí mismos, requiriendo prueba de una riqueza personal significativa o de una oferta verificable de empleo dentro del país de destino.
Las naciones generalmente ajustan la política de inmigración para excluir a aquellos cuyos valores o atributos se consideran indeseables. Los miembros de minorías nacionales o religiosas a menudo han sido excluidos, y algunas naciones, como Japón, utilizan la política de inmigración para excluir a la gran mayoría de los inmigrantes potenciales. Otras naciones, como Estados Unidos, utilizan la política de inmigración en un intento de excluir a los miembros de grupos percibidos como hostiles, como parte de una estrategia antiterrorista.
Muchos países, incluidos los Estados Unidos y la mayoría de las naciones de Europa, dan un trato preferencial a las personas cuyos familiares ya poseen derechos de ciudadanía. Esta política está diseñada principalmente para permitir la reunificación de familias nucleares. Los críticos han acusado que estos programas han sido mal utilizados, particularmente en Europa, por inmigrantes que contraen matrimonios específicamente con el propósito de obtener la ciudadanía, una acción prohibida en la mayoría de las naciones.
Tanto Europa como Estados Unidos han experimentado problemas derivados de la política de inmigración. Las naciones europeas han tenido dificultades para asimilar las poblaciones de inmigrantes, y estas poblaciones con frecuencia forman subclases empobrecidas, lo que lleva al resentimiento tanto de los nativos como de otros inmigrantes. Estados Unidos ha luchado durante mucho tiempo con el tema de la inmigración ilegal, que proporciona grandes segmentos de la fuerza laboral, pero que es profundamente controvertido.