El término «regicidio» se utiliza en dos sentidos. En el primero, se refiere a matar o asesinar a un monarca coronado como un rey. En el segundo sentido, la palabra se usa para describir a alguien que mata a un monarca o participa en un regicidio. La historia ha visto un gran número de regicidios como parte de la compleja lucha por el poder en naciones de todo el mundo, y la práctica apenas se ha extinguido; en 2001, por ejemplo, el rey de Nepal fue asesinado por su propio hijo.
En Inglaterra, la mayoría de la gente usa el término regicidio para referirse específicamente a las monarcas que han sido asesinadas después de procedimientos legales. Los dos regicidios más famosos son probablemente los de María, reina de Escocia, que fue ejecutada por orden de Isabel I, y Carlos I, que fue ejecutado por un equipo de conspiradores durante la Guerra Civil Inglesa. Numerosos otros monarcas ingleses han muerto en el curso de la batalla o mientras estaban encarcelados, pero los historiadores ingleses generalmente no denominan a estas muertes regicidas.
Como se puede imaginar, los castigos por regicidio varían según las circunstancias del regicidio. En muchos casos, un regicidio marca el comienzo de un nuevo gobierno y era, en cuyo caso los regicidas pueden convertirse en líderes célebres. En otros casos, la rebelión y los disturbios que llevaron al regicidio son sofocados y los participantes son severamente castigados. En la Guerra Civil Inglesa, los regicidios de Carlos I fueron castigados retroactivamente, tras la restauración de la monarquía.
Algunos otros casos famosos de regicidio incluyen al zar Nicolás II de Rusia, quien fue asesinado junto con su familia en la Revolución Bolchevique, Shaka, Rey de los Zulúes y Enrique IV de Francia. Otros monarcas han muerto en circunstancias sospechosas que podrían considerarse regicidio, como los reyes que han muerto accidentalmente en expediciones de caza y en el fragor de la batalla. El regicidio también es un tema en algunos mitos; El rey Arturo, por ejemplo, fue víctima de un intento de regicidio en muchas leyendas artúricas.
Dado que los monarcas históricamente gobernaron por derecho divino en muchas culturas, el regicidio fue un crimen grave, porque desafió a Dios además de a la monarquía. La íntima relación entre los monarcas y los dioses fue una parte importante de la tradición de muchas culturas, desde China hasta Inglaterra, asegurando que los monarcas gobernaran con la bendición de Dios. Debido a esto, los intentos de regicidio a menudo fueron severamente castigados históricamente, para recordar a los ciudadanos inquietos que el monarca tenía los poderes de vida y muerte sobre su pueblo.