El metomilo es un sólido cristalino soluble en agua que desprende un olor sulfuroso. Altamente tóxico, está clasificado como un insecticida carbamato que está designado como plaguicida de uso restringido (RUP) por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA). Desde finales de la década de 1960, la sustancia se ha utilizado como plaguicida en cultivos comerciales de frutas y hortalizas, así como en productos almacenados. Su aplicación como insecticida es altamente eficaz contra una amplia variedad de plagas, particularmente aquellas que son resistentes a plaguicidas organofosforados.
Inicialmente, Dupont registró el metomilo con la EPA para su uso como insecticida para crisantemos cultivados comercialmente en 1968. Sin embargo, su uso pronto ganó popularidad para ayudar a proteger el ganado e incluso los bienes raíces comerciales de las plagas. Desde entonces, se ha utilizado para tratar casi toda la producción comercial de lechuga, ruibarbo, espárragos, alcachofas y granadas en los EE. UU.
Si bien se han realizado muy pocos estudios clínicos para determinar los posibles efectos adversos del metomilo en la salud humana, es razonable suponer que la información recopilada de modelos basados en animales puede extrapolarse a las personas. Por esta razón, se han realizado modificaciones en el uso regulado de metomilo desde mediados de la década de 1990. Por ejemplo, ya no se utilizará en invernaderos ni como aditivo para cebo para moscas. Además, ahora se requiere que se agregue un agente amargo a los preparados para disuadir a los niños de ingerirlos accidentalmente.
El metomilo se absorbe fácilmente a través de la piel y por inhalación de partículas finas. Su mecanismo de acción es inhibir la colinesterasa, una enzima producida en el hígado que regula el funcionamiento del sistema nervioso. Los síntomas reveladores de toxicidad por esta vía son movimientos musculares incontrolados, espasmos, convulsiones, etc. El insecticida también se absorbe a través del tracto intestinal. De hecho, la ingestión de esta sustancia equivale a un veneno de acción rápida tanto en humanos como en animales. Sin embargo, si la dosis ingerida no es demasiado alta y se toman medidas rápidamente, la intoxicación puede contrarrestarse con una o más inyecciones de atropina. El metabolismo del metomilo ocurre por hidrólisis antes de que se degrade en los subproductos dióxido de carbono y acetonitrilo.
Esta sustancia también se conoce comúnmente como metomil o mesomile, aunque su nombre químico propio es S-metil N- (metilcarbamoiloxi) tioacetimidato. También es conocido por muchos nombres comerciales.
Como era de esperar, los productos de metomilo llevan la insignia de la calavera y las tibias cruzadas en la etiqueta. Para los trabajadores que entren en contacto con este insecticida, es necesario usar ropa protectora, guantes y anteojos, así como respirar a través de un respirador para vapores orgánicos.