Apelar al ridículo es un tipo común de falacia lógica. Ser capaz de detectarlo en las discusiones te ayudará a defenderte, y evitarlo te convertirá en un comunicador y un debatidor mucho más fuerte. El problema con la mayoría de las falacias lógicas es que son muy tentadores de usar, porque muchas de ellas son efectivas, especialmente contra un oponente más débil. Sin embargo, una apelación al ridículo puede fácilmente volverse hacia la persona que la usa, si alguien está lo suficientemente interesado como para detectarla y saltar sobre ella.
En una apelación al ridículo, una persona menosprecia una afirmación sugiriendo que es absurda. La burla de la afirmación, en teoría, reduce su poder. Sin embargo, una apelación al ridículo no toma la forma de un argumento válido o útil, porque no aporta nueva información o discusión concreta al debate. Hay numerosos ejemplos de apelación al ridículo, pero todos toman más o menos la forma de «X es una tontería, por lo tanto, x es falsa». A menudo, una apelación al ridículo utiliza un hombre de paja, un argumento débil creado por la oposición y atribuido a la defensa. Un hombre de paja es fácil de desacreditar por la oposición, y un defensor desprevenido puede no ser consciente de cómo sus palabras o su posición fueron torcidas para crear un hombre de paja.
Por ejemplo, en una discusión sobre si los niños deben o no someterse a pruebas de audición de forma regular, un argumentador débil podría decir «Las pruebas de audición son estúpidas», haciendo una apelación al ridículo que evita el problema real. Una ilustración tan obvia de la lógica involucrada muestra cuán inválido puede ser un argumento que apela al ridículo. Una apelación al ridículo se burla del argumento, pero no de la persona que lo planteó. En una discusión real, por supuesto, es probable que su oponente sea más astuto, así que busque palabras clave como fatuo, tonto, ridículo, loco y otras que sugieran que la persona está menospreciando su afirmación, en lugar de abordarla.
En un ataque ad hominem, alguien ataca a la persona que argumenta, como podría ser el caso de alguien que dice: «Me imagino que alguien como usted no tendría idea de lo difícil que es esto». Un ataque ad hominem sugiere que la persona que presenta el argumento no está calificado, o no merece atención, y generalmente se considera que es una técnica de debate solapada.
El tipo de lógica representada por una apelación al ridículo no debe confundirse con una reductio ad absurdum, una técnica de argumento que separa una afirmación e ilustra una contradicción potencial que podría surgir si la afirmación fuera cierta. Esta “reducción al absurdo” a veces puede ser una forma útil de ilustrar la debilidad de un punto. También se puede utilizar para distraer a las personas del contenido de un reclamo. Sin embargo, una reductio ad absurdum generalmente comienza con un punto sólido, en lugar de una burla.