La frase en latín “contra proferentem” se usa para referirse a un estándar en el derecho contractual que establece que, si una cláusula en un contrato parece ser ambigua, debe interpretarse en contra de los intereses de la persona que insistió en que se incluyera la cláusula. En otras palabras, cuando las personas hablan de manera ambigua en un contrato, sus palabras pueden usarse literalmente en su contra. Esto está diseñado para disuadir a las personas de incluir una redacción ambigua o vaga en los contratos porque iría en contra de sus intereses.
El concepto suele surgir cuando un contrato se impugna en los tribunales. Si el tribunal revisa un contrato y determina que una cláusula es cuestionable o podría tener más de un significado, determina qué parte quería que se incluyera esa cláusula e interpreta a favor de la otra parte. La doctrina contra proferentem no se aplica cuando se negoció un contrato y ambas partes estuvieron involucradas en la redacción y la inclusión de la cláusula problemática.
Un ejemplo clásico en el que esto puede surgir es cuando alguien demanda a una aseguradora. Las aseguradoras son conocidas por tener contratos muy estrictos y por no estar dispuestas a negociar con los clientes. Si un cliente puede demostrar que una cláusula en un contrato de seguro está sujeta a contra proferentem, el asegurador puede verse obligado a hacer algo en contra de sus intereses, como restablecer una póliza cancelada o proporcionar cobertura para una condición que pretendía excluir.
Algunos sistemas legales consideran que ciertos tipos de contratos son intrínsecamente injustos porque existe un desequilibrio de poder entre las partes. Los contratos de seguro pueden ser un buen ejemplo de este problema porque la gente generalmente necesita un seguro, mientras que las aseguradoras no necesitan necesariamente el negocio de una sola persona. Esto coloca a una aseguradora en una posición de poder, ya que puede exigir concesiones a un cliente que está desesperado por obtener una póliza.
La doctrina contra proferentem puede ayudar a equilibrar un poco la balanza para las personas que participan en contratos que pueden no ser del todo justos. Los contratos que incluyen un lenguaje ambiguo se pueden convertir en beneficio de la otra parte si estas ambigüedades se descubren más adelante y se convierten en un problema. Sin embargo, es importante tener en cuenta que sigue siendo muy recomendable que las personas revisen un contrato antes de firmarlo y aborden las cláusulas problemáticas antes de firmar, si es posible, en lugar de depender de la posibilidad de emprender acciones legales en el futuro para solucionarlas.