Capital organizacional es un término utilizado para describir la eficiencia con la cual una empresa u otro tipo de organización puede utilizar los recursos de una manera que permita implementar y mantener algún tipo de estrategia. Dado que este proceso a menudo implica identificar formas de usar los recursos existentes de nuevas maneras, o asignar una parte de esos recursos a un nuevo proyecto sin crear dificultades para otras estrategias que deben continuar funcionando, la capacidad de evaluar y usar adecuadamente el capital organizacional puede ser importante para el crecimiento continuo de las organizaciones.
Una de las formas más fáciles de comprender el concepto de capital organizacional es considerar una situación en la que se deben emplear los recursos para mejorar una parte de la operación general. Por ejemplo, si el objetivo del proyecto es mejorar la eficiencia del proceso de contabilidad, esto puede implicar la reestructuración del proceso actual al reasignar roles dentro del departamento de contabilidad, implementar algunos estándares nuevos e incluso invertir en un nuevo sistema de software de contabilidad que sea capaz de gestionar automáticamente algunas actividades que actualmente se gestionan manualmente. Suponiendo que los cambios resulten en un ahorro de dinero para la organización, esto puede verse como un uso racional de los recursos que ayuda a posicionar la operación para el crecimiento futuro.
Por lo general, es posible medir la eficiencia de cómo se usa el capital organizacional al considerar los ingresos adicionales que genera la estrategia o los ahorros que las organizaciones sostienen con la implementación de la iniciativa. Ambos resultados son deseables, ya que ingresan más ingresos significa que la organización tiene más recursos para trabajar. Al mismo tiempo, las estrategias que recortan los costos operativos también mejoran el resultado final, una situación que resulta en beneficios significativos para todos los involucrados.
El proceso de evaluación del capital organizacional está en curso. Con cada estrategia propuesta, los detalles de cómo hacer el mejor uso de los recursos serán cruciales. Esto es especialmente importante cuando la estrategia involucra actividades más allá de la función central de la organización. Cuando este es el caso, una planificación cuidadosa ayudará a garantizar que se asignen suficientes recursos a esa función central, al tiempo que permite desviar otros recursos a la estrategia propuesta. Al tomarse el tiempo para crear una estructura viable para la asignación de recursos y luego proyectar qué tan bien funciona esa asignación para la organización en su conjunto, es posible determinar si una estrategia dada es realmente lo mejor para la organización, o si un enfoque diferente sería más ventajoso a largo plazo.
Inteligente de activos.