La ciudad de Nueva York todavía hace cumplir su Ley de Cabaret de 1926, que exige que los establecimientos que venden alimentos y / o bebidas tengan una licencia antes de que puedan permitir bailar en las instalaciones. Específicamente, la ley prohíbe «entretenimiento musical, canto, baile u otra (s) forma (s) de diversión» sin una licencia. Muchos creen que la ley se redactó originalmente para controlar los clubes de jazz predominantemente afroamericanos en Harlem y restringir la «mezcla» de diferentes razas. En la década de 1990, hubo reclamos de que el alcalde Rudy Giuliani usó la ley para multar o cerrar algunos de los clubes latinos más pequeños que operaban sobre la calle 59.
Es la Ley del Cabaret, viejo amigo:
En 2017, el concejal de la ciudad de Nueva York, Rafael Espinal, presentó un proyecto de ley que pedía la derogación total de la regulación de la era de la Prohibición, que ha sido impugnada sin éxito varias veces en un tribunal federal.
Los críticos argumentan que la licencia es costosa y difícil de obtener, diciendo que la aplicación es arbitraria. Los defensores insisten en que la ley minimiza las quejas por ruido.
Los solicitantes de una licencia de cabaret deben tomar sus huellas digitales, proporcionar registros financieros extensos y cumplir con criterios específicos con respecto a la zonificación, la seguridad, la protección contra incendios y otros problemas de cumplimiento de la construcción.