La enfermedad del hígado graso no alcohólico generalmente no causa síntomas notables en la mayoría de los pacientes, ya que esta afección generalmente se descubre durante los chequeos médicos de rutina. Cuando hay síntomas presentes, tienden a incluir dolor en el área superior derecha del estómago, fatiga y pérdida de peso que ocurre sin razón aparente. La mayoría de las personas no experimentan complicaciones debido a la enfermedad del hígado graso no alcohólico, pero la esteatohepatitis no alcohólica y la cirrosis son dos formas más graves de esta afección que pueden provocar problemas hepáticos importantes. La mayoría de los médicos intentan determinar la causa de la enfermedad para poder tratar el problema subyacente, ya que no existen tratamientos específicos para la enfermedad del hígado graso en sí.
Si bien generalmente no se supone que la grasa se acumule en el hígado, este problema no suele ser perjudicial en pacientes por lo demás sanos. Es probable que esta sea la razón por la que la mayoría de las personas no tienen ningún síntoma de hígado graso, ya que su cuerpo no se ve afectado por el problema. Cuando el cuerpo se irrita, a menudo se produce fatiga y pérdida de peso, pero estos síntomas de hígado graso generalmente no se notan o se atribuyen a otras causas. El único síntoma que generalmente lleva a las personas a ver a un médico es un dolor sordo en el área superior derecha del estómago. Por lo general, aparece y desaparece, lo que hace que muchas personas esperen para ver a un médico hasta que el dolor sea intenso.
La forma típica de la enfermedad del hígado graso puede no ser especialmente dañina, pero hay otros dos tipos que pueden provocar problemas de salud. La esteatohepatitis no alcohólica puede ocurrir cuando la enfermedad del hígado graso causa inflamación del hígado, lo que a menudo conduce a un mal funcionamiento y ocasionalmente a otras complicaciones a largo plazo. Además, esto puede escalar a cirrosis que se asocia con la enfermedad del hígado graso no alcohólico, ya que la inflamación puede causar cicatrices que eventualmente resultan en insuficiencia hepática. Teniendo en cuenta que la mayoría de las personas presentan pocos o ningún síntoma de hígado graso, la detección a veces llega demasiado tarde para salvar el hígado.
A pesar de la ausencia de síntomas de hígado graso en la mayoría de los casos, algunas personas tienen más riesgo de contraer esta enfermedad que otras, lo que hace que sus médicos verifiquen el problema durante las citas médicas de rutina. Por ejemplo, quienes son obesos, tienen el colesterol alto o se han sometido a una cirugía de bypass gástrico suelen tener más probabilidades de padecer esta afección que la mayoría de las personas. La diabetes tipo 2, la desnutrición, la pérdida excesiva de peso, la enfermedad de Wilson y algunos medicamentos también pueden poner a las personas en riesgo de padecer la enfermedad del hígado graso. Ya sea que estas personas experimenten síntomas de hígado graso o no, es importante que ocasionalmente se les examine para detectar este problema.