La escotofobia es un miedo persistente a la oscuridad que se extiende más allá de la ansiedad normal del desarrollo que experimentan muchos niños pequeños. También conocido como nictofobia, este trastorno de ansiedad puede dificultar que los pacientes naveguen en entornos oscuros y puede crear sentimientos de miedo que dificultan la realización de tareas habituales. Un chef, por ejemplo, puede tener miedo de entrar en un frigorífico sin cita previa debido a la falta de luz, o es posible que un conserje no pueda entrar en un edificio sin iluminación. Hay tratamiento disponible para abordar la escotofobia y ayudar al paciente a llevar una vida más normal.
Muchos niños experimentan cierto miedo a la oscuridad mientras crecen. Este es un ejemplo de un miedo al desarrollo normal que debería desvanecerse con el tiempo a medida que los niños aprenden que la oscuridad no es peligrosa. En algunos niños, las burlas pueden aumentar el miedo a la oscuridad y hacer que se convierta en una fobia, en parte porque el niño puede sentirse ansioso por que se burlen de él. Algunas personas desarrollan fobias porque experimentan experiencias traumáticas en la oscuridad o escuchan sobre eventos perturbadores que tuvieron lugar en entornos oscuros. La intensa cobertura mediática de un asesinato brutal, por ejemplo, podría tener un efecto en los espectadores.
En personas con escotofobia, estar en lugares oscuros puede ser intolerable. Pueden desarrollar un corazón acelerado, sudor frío, náuseas y otros síntomas de ansiedad extrema. Además, también pueden estar ansiosos por su escotofobia, lo que puede significar que se preocupen durante las conversaciones sobre la oscuridad o en situaciones en las que las luces podrían apagarse. Por ejemplo, si un profesor planea usar diapositivas durante las conferencias, un estudiante podría molestarse al pensar en una sala de conferencias oscura.
La psicoterapia puede ayudar a las personas con escotofobia. Un proveedor de atención de salud mental puede explorar la fobia con el paciente en un entorno seguro para determinar por qué comenzó, lo que a veces puede ayudar a abordar el miedo. Los tratamientos como la terapia de conversación regular y los medicamentos ayudan a algunos pacientes a abordar sus miedos subyacentes. Un niño puede haber desarrollado un miedo a la oscuridad como resultado de la transferencia después de la muerte de un padre, por ejemplo, y procesar esto podría resolver el problema.
La desensibilización sistemática es otro enfoque de la terapia de la fobia que puede beneficiar a algunos pacientes. En este tratamiento, el médico trabaja con el paciente en un entorno controlado. Pueden comenzar hablando sobre la oscuridad, mirando videos de entornos oscuros y trabajando en una habitación cada vez más oscura. En el transcurso de múltiples sesiones, el paciente podría eventualmente sentirse cómodo en la oscuridad con el terapeuta, lo que podría conducir a una mayor confianza en situaciones del mundo real.