La artritis autoinmune es una forma de artritis causada por anomalías en el sistema inmunológico que hacen que el cuerpo comience a atacar sus propias articulaciones y tejido conectivo. Se reconocen numerosas formas diferentes de artritis, y muchas de ellas son de naturaleza autoinmune. Algunos ejemplos comunes de artritis autoinmune son la espondilitis anquilosante, la artritis reumatoide y la artritis juvenil. Esta condición puede ser bastante debilitante y difícil de tratar, especialmente si un paciente permite que la artritis progrese durante algún tiempo antes de buscar atención médica.
En la artritis autoinmune, el sistema inmunológico identifica proteínas que están presentes naturalmente en el cuerpo como antígenos que requieren una respuesta del sistema inmunológico. Estas proteínas son atacadas y provocan inflamación y dolor. Con el tiempo, los ataques inmunes repetidos pueden provocar la degeneración de las articulaciones y el tejido conectivo, lo que puede contribuir a deformidades como dedos torcidos o columna vertebral doblada. El paciente suele experimentar problemas de movilidad además del dolor crónico como resultado de la inflamación.
En las primeras etapas, la artritis autoinmune puede ser relativamente leve y es posible que el paciente no se dé cuenta de inmediato de que tiene un problema. Las articulaciones pueden estar doloridas, rígidas, hinchadas y sensibles al tacto, pero especialmente en los jóvenes, estos síntomas pueden no tratarse hasta que empeoren, ya que la artritis se considera a menudo como una afección que afecta principalmente a los ancianos. A medida que avanza la artritis autoinmune, el dolor puede volverse crónico y las articulaciones pueden deteriorarse, lo que lleva al paciente a buscar tratamiento médico.
El tratamiento generalmente implica el uso de medicamentos para combatir la inflamación y amortiguar la respuesta inmune para que las articulaciones tengan la oportunidad de sanar. El paciente también puede asistir a sesiones de fisioterapia para fortalecer y estirar suavemente las articulaciones para que conserven la flexibilidad y la funcionalidad. El tratamiento debe adaptarse a la forma de artritis que tiene el paciente, la gravedad y la ubicación. Idealmente, parte del daño causado por la artritis autoinmune se revertirá con tratamiento y, en otros casos, el tratamiento puede detener o retrasar la degeneración.
Las causas de los trastornos autoinmunitarios no se conocen bien. En algunos casos, parecen ser de naturaleza genética, con antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes que aumentan el riesgo de que alguien desarrolle una enfermedad autoinmune. En otros casos, un trastorno autoinmune puede ser más difícil de predecir. El tratamiento temprano para tales afecciones es vital, ya que empeorarán progresivamente hasta que se ofrezca el tratamiento y pueden causar degeneración grave y discapacidad.