De vez en cuando, el intento de reparación de su cuerpo puede ser peor que el daño en sí. Tal es el caso de una afección conocida como espolones óseos u osteofitos. Son crecimientos anormales que generalmente se encuentran en huesos artríticos o dañados, especialmente alrededor de articulaciones o tendones. Cuando el cuerpo detecta el deterioro de un hueso, independientemente de la causa, a menudo crea tejido óseo adicional para fortalecer el área. Este material adicional se endurece para formar espolones, que pueden interferir con el rango de movimiento natural de una articulación o pellizcar los nervios que rodean el hueso.
Muchos adultos viven con espolones óseos no diagnosticados todos los días y tienen pocos o ningún problema médico. A veces, un cuerpo que envejece los generará en un esfuerzo por proporcionar más estabilidad a las articulaciones y extremidades debilitadas. Estos osteofitos pueden notarse como pequeños bultos debajo de la piel o pueden causar ruidos de clic en las articulaciones afectadas. Los codos, columna, rodillas, hombros y tobillos son especialmente propensos a la formación de espolones, aunque cualquier hueso del cuerpo puede desarrollarlos.
Una dolencia común causada por la formación de espolones óseos ocurre en el hueso del tobillo. El cuerpo a menudo los crea en el tobillo para crear una plataforma más estable para caminar. Estos crecimientos pueden interferir con la marcha natural al caminar, ejerciendo más presión sobre el hueso e inflamando los nervios y tendones adheridos a él. El resultado es una condición médica conocida como fascitis plantar. Se insta a las víctimas a descansar y tomar medicamentos antiinflamatorios no esteroides para reducir el dolor de soportar peso en el tobillo.
Los espolones óseos también se encuentran comúnmente entre vértebras individuales. Los que sufren de osteoartritis a menudo pierden flexibilidad en la columna vertebral a medida que la afección destruye el cartílago entre las vértebras. El cuerpo intenta limitar el daño creando espolones en los extremos de cada vértebra. El resultado es similar a juntar dos piezas de un rompecabezas que no coinciden. Los espolones óseos rozan los nervios, el cartílago y las vértebras, provocando un dolor importante e incluso más pérdida de movilidad. La solución suele ser extirpar quirúrgicamente estos trozos de hueso y reemplazar los discos de cartílago dañados.
Los espolones óseos también pueden romperse en pedazos más pequeños y alojarse profundamente dentro de las articulaciones. Si alcanzan ciertas áreas críticas de las articulaciones, pueden ser el equivalente a púas clavadas en los engranajes de la maquinaria. Esto sucede a menudo con lesiones en la rodilla o el hombro causadas por un traumatismo. La cirugía original para corregir la articulación será exitosa, pero los trozos de hueso pueden desprenderse e infiltrarse nuevamente en la articulación. Es posible que deba realizarse otro procedimiento para eliminar estos espolones óseos. Esto se puede hacer mediante cirugía abierta o con el uso de herramientas artroscópicas mínimamente invasivas.