Los suscriptores de una oferta pública inicial realizan una valoración de IPO para determinar el precio óptimo de las acciones recién emitidas una vez que estén disponibles para el público. Mientras tanto, los inversores intentan realizar sus propias valoraciones para decidir cuánto vale la acción y decidir si es una inversión que valga la pena. Dado que no existe una acción previa del mercado sobre acciones disponibles en una oferta pública inicial, una valoración de IPO por parte de los suscriptores puede basarse en las ganancias y el flujo de efectivo de la compañía que emite las acciones. Los inversores buscarán intangibles como el estilo de gestión cuando realicen su valoración, al tiempo que comparan la acción de mercado de compañías en una industria similar a la OPV.
Realizar una valuación en una compañía que cotiza en bolsa y que está bien establecida en el mercado de valores se hace más fácil por el desempeño pasado de la acción y los años de informes financieros que la compañía ha presentado. Por el contrario, una empresa que se hace pública a los inversores por primera vez a través de una oferta pública inicial, o IPO, puede no proporcionar información medible para que los inversores la estudien. Cuando este es el caso, una valoración de IPO está lejos de ser una ciencia exacta.
Para los aseguradores de la OPI, la valoración de la OPI es un proceso destinado no solo a determinar un precio de mercado razonable, sino también a estimular la acción de los inversores. Los suscriptores a menudo descuentan el precio inicial de lo que determina su valoración para que los inversores se sientan atraídos por probar la nueva compañía. Aún así, los suscriptores son precisos la mayoría de las veces, ya que una gran cantidad de compañías que ofrecen la OPI terminan cotizando a precios muy cercanos a su nivel inicial.
Los inversores deben determinar mediante una valoración de OPI si el precio de la acción está inflado o subestimado. La mayoría de los inversores entienden que la oferta inicial atraerá a muchos inversores y, por lo tanto, el precio aumentará en consecuencia. Una vez que el aumento ha disminuido, una valoración precisa es crucial para determinar las perspectivas a largo plazo para la acción.
Si la compañía que ofrece las nuevas acciones existe desde hace un tiempo, los inversores pueden utilizar parte de la información financiera tangible registrada, como el flujo de caja, los ingresos y la deuda, para hacer una valoración sólida de la oferta pública inicial. Pero, si esa información es limitada o incluso inexistente, se deben idear otros métodos. Conocer el historial de la administración de la compañía puede ayudar a predecir cómo le irá en el futuro. Además, inspeccionar cómo otros negocios de ideas afines se desempeñaron en el mercado puede dar una indicación de qué dirección tomará la nueva oferta.
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