Durante una elección presidencial nacional, cada estado envía representantes, miembros del Colegio Electoral para votar en nombre de la población del estado. Nuestra Constitución establece a los electores como una forma de compartir el poder entre los gobiernos federal y estatal en el sistema de federalismo de nuestro país. De esta forma, ni el gobierno ni la población en general son completamente responsables de la elección de un presidente.
Cada estado, más el Distrito de Columbia, obtiene un número determinado de electores según la población. El número de electores es solo el número de senadores (siempre dos) más el número de representantes en la Cámara. Esto no rastrea proporcionalmente, de un estado a otro, según la población. Los números se actualizan cada diez años con los resultados del Censo Nacional. Para la década 2000-2010, hay 538 electores en total. Un candidato presidencial debe recibir una mayoría de votos del Colegio Electoral, o 270 votos, para ser declarado ganador.
Si bien la Constitución prevé un sistema de este tipo, no se detallan los métodos para llevarlo a cabo. La Oficina del Registro Federal supervisa el proceso de nominación de electores, generalmente en las convenciones de los partidos estatales, y organiza su votación. Casi todos los estados utilizan un sistema en el que el ganador se lo lleva todo, de modo que los electores se comprometen a votar por cualquier candidato que gane el voto popular del estado. Solo Maine y Nebraska usan sistemas proporcionales que podrían otorgar algunos votos electorales a un candidato y otros a otro. De hecho, los electores no están legalmente obligados a votar por el candidato principal, pero suelen ser leales a su partido. Si no hay ningún candidato que obtenga la mayoría de los votos electorales, la decisión se toma en el Congreso, donde cada estado obtiene un solo voto, emitido por un Representante.
Casi desde que existió el Colegio Electoral, ha habido un debate sobre su eficacia. Quienes quisieran abolir o renovar el sistema señalan que es posible ganar la presidencia sin ganar el voto popular nacional, lo que consideran ilógico. Otros creen que ya no necesitamos un equilibrio tan cuidadosamente guardado entre «las masas» y un gobierno centralizado. Los críticos también señalan que los estados escasamente poblados, al tener garantizados al menos tres votos electorales, tienen una ventaja injusta en la distribución desproporcionada de electores. Sin embargo, para realizar cambios significativos en el Colegio Electoral se requeriría una Enmienda Constitucional.