Los nervios son contribuyentes vitales para la función del cuerpo humano, ya que ayudan a las personas a interactuar con el mundo circundante. Cuando estos receptáculos sensoriales experimentan un mal funcionamiento, las actividades normales se ven obstaculizadas. La inflamación de los nervios, también llamada neuritis, representa uno de esos problemas potenciales. La irritación y el agrandamiento de los nervios pueden derivar de varias fuentes, incluida la compresión de los nervios debido a lesiones, infecciones virales, reacciones a fármacos y neuromas, que son crecimientos o tumores en los tejidos de los nervios.
Aunque la inflamación de los nervios puede ocurrir en varias partes del cuerpo, ciertos síntomas tienden a ser consistentes en todas las condiciones. Como muchos nervios se ocupan de las sensaciones relacionadas con el tacto y los sentimientos, el entumecimiento y el hormigueo son a menudo una consecuencia de la disfunción nerviosa. Los nervios también pueden ayudar en el movimiento, por lo que la debilidad muscular podría ser otro indicador de nervios defectuosos. El dolor es otro síntoma común de numerosos trastornos inflamatorios.
Los diferentes tipos de inflamación de los nervios tienen diferentes causas. Una fuente frecuente de inflamación es el nervio que viaja desde la zona lumbar hasta las piernas: el nervio ciático. La afección resultante, la ciática, produce un dolor intenso en la zona lumbar y los glúteos. Por lo general, la inflamación se puede atribuir a una lesión en la espalda por levantar objetos pesados, una mala caída o algún otro trauma. Al igual que muchos casos de inflamación de los nervios, la lesión provoca un nervio pinzado o comprimido y los síntomas asociados posteriores.
La inflamación de los nervios que rodean el cerebro y la médula espinal puede facilitar trastornos más graves como la vasculitis del sistema nervioso central y la esclerosis múltiple. Estos trastornos generalmente se manifiestan a través de irregularidades musculares extremas como espasmos incontrolables y debilidad intensa, entumecimiento severo, dificultades para controlar las funciones y movimientos corporales básicos y la capacidad de pensamiento disminuida. La vasculitis, o inflamación de los vasos sanguíneos, puede ocurrir como efecto de otra enfermedad como el lupus o la artritis, o también puede coincidir con una reacción adversa a los medicamentos. Los orígenes de la esclerosis múltiple son menos claros, aunque se ha propuesto que la susceptibilidad genética, las infecciones por virus y la falta de exposición a la luz solar son posibles factores contribuyentes a la afección.
Las inflamaciones nerviosas prolongadas y recurrentes también pueden crear un efecto en cadena. Por ejemplo, una posible consecuencia de la esclerosis múltiple es el desarrollo de una inflamación en el nervio primario del ojo: el nervio óptico. La neuritis óptica resultante tiene su propio conjunto de síntomas, que incluyen dolor alrededor del ojo, dolores de cabeza y visión borrosa. En ocasiones, una persona puede experimentar una inflamación constante en varias partes del cuerpo. Este trastorno se conoce como polineuropatía inflamatoria crónica y los investigadores creen que puede derivar de un sistema inmunológico debilitado.
Como ocurre con cualquier parte del cuerpo, los tumores también pueden desarrollarse en el tejido nervioso. La división celular anormal comienza con la mayoría de los tumores, y las causas de tales irregularidades aún se desconocen en gran medida. Los crecimientos no cancerosos también pueden irritar y dañar los nervios. Los crecimientos en los nervios se conocen como neuromas. En los neuromas, pueden aparecer los síntomas típicos de los nervios inflamatorios.
Cualquier síntoma prolongado debe notificarse a un profesional médico. Se pueden recetar medicamentos antiinflamatorios como los corticosteroides si se considera necesario. Dependiendo de los resultados de las pruebas y exámenes médicos, es posible que se requieran o no acciones adicionales.