Los medicamentos ansiolíticos pertenecen a varias clases, incluidas las benzodiazepinas y los antidepresivos. Otros tipos de fármacos que pueden tener propiedades para aliviar la ansiedad son los betabloqueantes y los antihistamínicos. La condición del paciente y la respuesta a los medicamentos pueden determinar qué clases de medicamentos es probable que consideren los médicos. Ninguno de estos medicamentos puede curar los trastornos de ansiedad.
Las benzodiazepinas son de acción rápida y pueden aliviar el nerviosismo o el pánico a las pocas horas de su uso. Ejemplos de estos medicamentos son diazepam, alprazolam, lorazepam y clonazepam. Todos estos medicamentos actúan sobre los receptores GABA e influyen en la forma en que el cerebro procesa la ansiedad. Promueven la calma, pero tienen efectos secundarios como la sedación. El uso regular tiende a generar tolerancia y dependencia, y estos medicamentos son notoriamente abusados.
Ciertos antidepresivos se consideran ansiolíticos útiles. Muchos de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (ISRS) se recetan regularmente para tratar los trastornos de ansiedad. Algunos otros antidepresivos pueden ayudar a tratar la ansiedad, como la buspirona atípica. También se recomiendan algunos antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) para el tratamiento de la ansiedad.
El uso de antidepresivos para tratar la ansiedad a largo plazo tiene una lógica inherente. A menudo se piensa que la depresión y la ansiedad son el resultado de procesos químicos similares, y se considera que su función está muy relacionada. La desventaja de la mayoría de los antidepresivos es que no son de acción rápida y deben usarse a diario. Además, estos medicamentos pueden tardar hasta seis semanas en ser completamente efectivos y no todos los pacientes responden favorablemente a ellos.
Otros medicamentos ansiolíticos provienen de la clase de bloqueadores beta. El atenolol y el propanolol son opciones comunes. En especial, abordan los síntomas físicos de la ansiedad, como palmas sudorosas, temblores y respiración rápida. Ninguna de las drogas parece tener mucho efecto sobre la confusión emocional que surge con el pánico.
Un grupo adicional de medicamentos utilizados para la ansiedad que tienden a producir sedación son los antihistamínicos. Incluso un medicamento de venta libre como la difenhidramina podría considerarse por sus propiedades para combatir la ansiedad. Al igual que las benzodiazepinas, estos medicamentos actúan con rapidez. Por otro lado, ambas clases de medicamentos pueden volverse menos efectivas con el uso regular.
La condición de un paciente determina en parte las mejores clases y fármacos ansiolíticos. Tanto las benzodiazepinas como los antidepresivos se utilizan regularmente en el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico, el síndrome de estrés postraumático y el trastorno obsesivo-compulsivo. Los trastornos bipolares tienden a estar asociados con niveles más altos de ansiedad, pero los antidepresivos pueden causar manía en personas con esta afección. Las benzodiazepinas podrían representar una solución, y los fármacos antipsicóticos como la quetiapina también podrían considerarse para tratar la ansiedad en pacientes bipolares.
Las personas con ansiedad social pueden recibir tratamiento con antidepresivos o betabloqueantes. Cuando los pacientes están particularmente preocupados de que sus sentimientos nerviosos puedan «mostrarse», los betabloqueantes podrían ser la mejor opción. Los antihistamínicos suelen ser el último recurso para tratar los trastornos de ansiedad, pero los pacientes que no responden a otros medicamentos pueden probarlos.
Reducir la ansiedad con medicamentos ansiolíticos promueve la comodidad del paciente. La medicación es solo una parte del tratamiento para la ansiedad; también debe incluirse la psicoterapia, ya que es potencialmente curativa. El uso de ansiolíticos debe considerarse un complemento útil de la terapia, en lugar de una solución a largo plazo del problema.