El acoso social es un comportamiento social deliberado, repetitivo y agresivo destinado a lastimar a otros. Este tipo de comportamiento generalmente incluye abuso verbal, chismes u otras acciones que causan daño mental y emocional y aislamiento social a la víctima. Escuelas, actividades deportivas, colegios, situaciones domésticas y laborales y barrios son algunos de los lugares en los que se produce este tipo de acoso escolar.
El objetivo del acoso social es menospreciar y dañar a otra persona o grupo. En la escuela secundaria, por ejemplo, el acoso puede tomar la forma de burlarse de niños impopulares. Ridiculizar la ropa de otro niño, burlarse de su forma de hablar y burlarse de sus logros académicos o de su raza o cultura son ejemplos de comportamientos que un acosador puede exhibir para ganar poder sobre otro niño.
Este tipo de acoso escolar se prolonga en algunos casos hasta la edad adulta. Estos comportamientos se pueden encontrar entre miembros de la familia, en situaciones laborales, en grupos sociales universitarios y en actividades del vecindario. Sabotear socialmente a otros difundiendo rumores, diciéndoles constantemente qué hacer y cualquier otro comportamiento que intencionalmente cause vergüenza y humillación y ejerza control sobre los demás puede considerarse un ejemplo.
El acoso social generalmente es causado por una combinación de factores. En casi todos los casos, el acosador carece de empatía por su individuo o grupo objetivo. En algunos casos, ha aprendido este comportamiento observando a otros, o puede haber sido víctima de acoso antes en la vida. Los celos son otra causa, por la cual un individuo se siente amenazado por las características o logros de otro individuo y se involucra en la intimidación como una forma de sentirse empoderado y dominante.
Las consecuencias negativas del acoso social son amplias. Las víctimas suelen sufrir depresión, ansiedad, aislamiento social y baja autoestima. Algunas víctimas se suicidan o cometen actos homicidas como resultado de presiones mentales y sociales extremas. Los individuos acosados en la niñez pueden llevar las heridas emocionales hasta la edad adulta, lo que lleva a la depresión, el aislamiento social y la incapacidad de reaccionar de manera apropiada ante situaciones injustas.
Poner fin a este tipo de acoso generalmente requiere un esfuerzo grupal. La sumisión por parte de la víctima tiende a perpetuar la injusticia. Aquellos que observan el comportamiento, como maestros, estudiantes, compañeros de trabajo, compañeros de equipo y miembros de la familia, deben intervenir para intervenir en nombre de la víctima. No se debe hacer que las víctimas sientan que es solo su responsabilidad combatir el abuso. Frenar el comportamiento del acosador es más efectivo tan pronto como ocurre y más difícil una vez que la persona ha encontrado partidarios y ganado un mayor grado de poder social.