El síndrome de Lemierre es una posible complicación de una infección de garganta o amígdalas grave no tratada. Se observa con mayor frecuencia en adolescentes y adultos jóvenes por lo demás sanos. Los problemas ocurren cuando las bacterias comienzan a prosperar dentro de los abscesos en la garganta, lo que lleva a infecciones profundas que pueden llegar a un vaso sanguíneo importante llamado vena yugular. Si la vena está comprometida, puede provocar una peligrosa coagulación de la sangre y la muerte del tejido en el tracto respiratorio. La mayoría de los casos de síndrome de Lemierre se pueden curar con antibióticos si la afección se descubre y se trata de inmediato.
Varios tipos diferentes de bacterias pueden provocar el síndrome de Lemierre, pero el culpable más común es Fusobacterium necrophorum (F. necrophorum). Las bacterias se adhieren a las paredes de la faringe y eventualmente crean un absceso. F. necrophorum que llega a la vena yugular desencadena una respuesta de coagulación que limita gravemente el flujo sanguíneo desde la cabeza hacia el corazón. A medida que el coágulo comienza a separarse de forma natural, la sangre infectada viaja a los pulmones y por todo el cuerpo.
Los primeros síntomas del síndrome de Lemierre generalmente incluyen un dolor de garganta que empeora, fiebre leve y sensibilidad en la parte frontal y lateral del cuello. Los síntomas similares a los de la gripe de dolor articular y fatiga pueden aparecer cuando la infección comienza a extenderse. La coagulación puede provocar debilidad extrema, mareos y desmayos. La respiración superficial y la frecuencia cardíaca más lenta son signos de que la infección ha llegado a los pulmones.
Un médico puede diagnosticar el síndrome de Lemierre revisando los síntomas, tomando escáneres de diagnóstico por imágenes del cuello y analizando los resultados de laboratorio de los análisis de sangre. Las tomografías computarizadas y las ecografías del cuello revelan una inflamación extensa de la faringe y coagulación de la sangre en la vena yugular. Si la infección se ha extendido a los pulmones o los ganglios linfáticos, se pueden utilizar pruebas de imagen para medir la extensión del daño. Los hemocultivos positivos para F. necrophorum ayudan a confirmar el diagnóstico. Los pacientes generalmente son hospitalizados para que los médicos puedan monitorear los cambios en sus síntomas y determinar el mejor curso de tratamiento.
El tratamiento del síndrome de Lemierre depende de la gravedad de la infección. Muchos casos pueden tratarse con un ciclo prolongado de antibióticos intravenosos. También se pueden administrar anticoagulantes para disolver los coágulos existentes y reducir el riesgo de futuras obstrucciones. Si la vena yugular está gravemente dañada, es posible que sea necesario extraerla o evitarla con un vaso sanguíneo grande trasplantado. Se pueden considerar otras cirugías o procedimientos clínicos en el caso de una infección diseminada. La mayoría de los pacientes que reciben tratamiento en las primeras etapas del síndrome de Lemierre pueden recuperarse por completo en aproximadamente dos meses.