La relación entre macroeconomía y salud puede verse desde el ángulo de que la buena salud es la consecuencia natural del desarrollo económico o desde la perspectiva de que el desarrollo económico depende de la buena salud. En primera instancia, un país con una economía económicamente progresiva puede permitirse instituir una atención médica de calidad, construir los mejores hospitales y capacitar o contratar a los mejores médicos. En segunda instancia, la economía crecerá o se desarrollará a un ritmo más rápido si sus ciudadanos están sanos.
Un ejemplo de la relación entre macroeconomía y salud se puede ver en el caso de un país con una economía fuerte. El gobierno de dicho país podrá proporcionar el mejor marco de salud que garantice una salud óptima para sus ciudadanos y, en consecuencia, para su fuerza laboral. Este tipo de marco puede incluir la provisión de atención médica subsidiada, como el tipo que se encuentra en los Estados Unidos en forma de Medicaid. Este tipo de programa de bienestar de la salud solo es posible en países económicamente desarrollados y capaces de sostener estos programas.
Otra forma en que se relacionan la macroeconomía y la salud es en la relación del nivel del Producto Interno Bruto (PIB) de un país y la forma en que afecta la capacidad de los ciudadanos para pagar una atención médica de calidad. Los países con un PIB alto y sostenido están económicamente desarrollados, y los ciudadanos generalmente pueden pagar una mejor atención médica que aquellos en países con un PIB bajo. Dichas economías también tienen un marco de apoyo en forma de seguro de salud, que los ciudadanos pueden comprar para asegurarse de que podrán pagar procedimientos médicos más costosos.
La macroeconomía y la salud están vinculadas por el efecto que los altos niveles de pobreza tienen sobre los ciudadanos de una nación económicamente atrasada. El gobierno de ese país no podrá proporcionar ningún tipo de bienestar a los ciudadanos. De hecho, es posible que estos gobiernos no puedan proporcionar servicios básicos como agua limpia, buenos hospitales y una industria alimentaria bien regulada. Tal falta afecta la salud de los ciudadanos de manera negativa, lo que conduce a una reducción de la productividad. Esto es algo que la gente en los países económicamente desarrollados a menudo da por sentado.
La falta de buenos servicios de salud disminuye la fuerza laboral a través de incidentes como el aumento de la mortalidad materna e infantil y la muerte por diversas enfermedades. Algunas de estas enfermedades pueden ser curables como la malaria o prevenibles como el cólera. Enfermedades como esta pueden quitarle la vida a las personas en estos países debido a la pobreza, lo que dificulta que las personas puedan pagar los medicamentos necesarios y otros servicios de salud.
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