¿Qué es una inmunotoxina?

Una inmunotoxina es una proteína de origen humano diseñada para atacar las células tumorales. Las inmunotoxinas se dirigen específicamente a las células tumorales, dejando las células sanas solas, lo que permite un ataque centrado en un tumor canceroso que puede evitar que el tumor se propague o encoja activamente el tumor. La leucemia de células pilosas es un ejemplo de una afección que puede tratarse con éxito con la administración de inmunotoxinas, y los investigadores desarrollan constantemente nuevos usos para estas proteínas especializadas.

Las inmunotoxinas son una forma de molécula híbrida, que mezcla material de dos proteínas diferentes que normalmente no están acopladas. Se dice que tales combinaciones son proteínas quiméricas o de fusión, que reflejan la mezcla de material de diferentes fuentes. Los científicos utilizan tecnología de ADN recombinante para fusionar las proteínas que desean incluir en una inmunotoxina, razón por la cual estas proteínas de fusión a veces se denominan «inmunotoxinas recombinantes».

Un aspecto de una inmunotoxina es un anticuerpo, clásicamente un anticuerpo monoclonal producido en ratones. Una toxina derivada de plantas o bacterias se une al anticuerpo. Cuando el anticuerpo encuentra una célula a la que está sensibilizado, la célula absorbe el anticuerpo y la toxina se libera en el interior, matando a la célula. Las inmunotoxinas aprovechan la endocitosis, un proceso utilizado por todas las células para admitir selectivamente materiales a través de su membrana celular. Como un lobo con piel de oveja, la inmunotoxina engaña a la célula para que piense que es algo que la célula quiere absorber.

Las inmunotoxinas recombinantes son muy prometedoras para el tratamiento del cáncer, ya que pueden dirigirse a determinadas células. Históricamente, el tratamiento del cáncer ha requerido un bombardeo muy tóxico del cuerpo, en el que la esperanza es que las células cancerosas mueran durante el curso del tratamiento. En el camino, muchas células sanas también se dañan y los pacientes experimentan complicaciones como el sistema inmunológico comprometido que puede hacer que el proceso de recuperación sea largo y desagradable. Con inmunotoxinas, el paciente no habría soportado los agotadores efectos secundarios del tratamiento del cáncer.

El desafío del tratamiento con inmunotoxinas es que el tratamiento debe diseñarse específicamente para el cáncer que afecta al paciente. Los anticuerpos deben sensibilizarse a receptores particulares en las células cancerosas y diseñarse para evitar atacar inadvertidamente las células sanas del cuerpo. Esto requiere un estudio para determinar qué tipo de cáncer tiene el paciente y encontrar los receptores adecuados, seguido de un trabajo de laboratorio del paciente para crear una inmunotoxina adaptada al caso del paciente. Una vez diseñada, la inmunotoxina puede introducirse en el cuerpo mediante inyección, de modo que pueda llegar a las células de interés.