La resonancia magnética funcional (fMRI) es una versión especializada de una resonancia magnética. En lugar de centrarse solo en obtener imágenes de los tejidos del cerebro, también rastrea el flujo de sangre a diferentes áreas, en función de ciertas tareas mentales que realiza el paciente. Este flujo sanguíneo sensible se llama actividad hemodinámica. La disponibilidad de imágenes de resonancia magnética funcional ha aumentado enormemente desde principios de la década de 1990 y se ha convertido en una de las formas más comunes de neuroimagen.
Se sabe desde hace mucho tiempo que el cambio de áreas de actividad neuronal en el cerebro provoca cambios en el flujo sanguíneo a través de estas áreas. Cuando las células nerviosas del cerebro o de cualquier otro lugar se activan, consumen oxígeno de la sangre. A diferencia de las células musculares, no tienen reservas cercanas de glucosa y oxígeno, y el flujo sanguíneo debe modificarse de inmediato para adaptarse al aumento de la actividad neuronal. Esto conduce a áreas localizadas de sangre desoxigenada donde tuvo lugar la actividad nerviosa, y estas áreas son lo que puede ver la resonancia magnética funcional.
Las propiedades magnéticas de la sangre difieren según esté oxigenada o desoxigenada. Esta firma magnética es lo que lee un escáner de imágenes por resonancia magnética funcional. La tecnología para esto se desarrolló por primera vez en 1990 y ha abierto muchas oportunidades potenciales para desarrollar nuestra comprensión de la función y organización del cerebro.
Cuando un paciente se somete a un procedimiento de imágenes por resonancia magnética funcional, puede durar entre 15 minutos y dos horas, dependiendo de su propósito. Es muy importante que el paciente permanezca completamente quieto durante este tiempo, para poder obtener imágenes utilizables. Esto puede ser problemático para los niños pequeños o para aquellos con ciertas condiciones psicológicas, pero se pueden hacer intentos para adaptarse a las necesidades de estos pacientes. A los sujetos se les puede presentar información sensorial diversa, o se les puede pedir que realicen tareas mentales como la memorización durante el curso del examen, mientras un médico lee e interpreta las áreas de actividad cerebral a medida que se muestran en una pantalla.
La mayor ventaja que ofrece la resonancia magnética funcional es que es completamente no invasiva y no requiere la inyección de tinte de contraste radioactivo o material similar. Esto significa que el paciente no está expuesto a radiación innecesaria. La duración del procedimiento también puede ser muy breve, si es necesario.
Las desventajas de estos procedimientos están relacionadas con la naturaleza de lo que miden. Es decir, las respuestas hemodinámicas debidas a la actividad neuronal a veces son difíciles de distinguir de las respuestas debidas a otros eventos en el cuerpo. Por esta razón, cuando se publican datos de resonancia magnética funcional, generalmente toman la forma de imágenes agregadas, agrupadas a partir de datos recopilados a lo largo del tiempo de muchos sujetos diferentes.