La ptosis renal es una afección poco común en la que uno de los riñones no se fija correctamente en su lugar en el abdomen. Asume su posición normal cuando está acostado, pero cae hacia abajo cuando está de pie. La mayoría de los casos de ptosis renal son asintomáticos; las personas nunca experimentan problemas de salud o malestar. En algunos casos, sin embargo, el movimiento del riñón puede provocar dolor, vómitos, escalofríos y otros síntomas importantes. Se puede realizar un procedimiento quirúrgico llamado nefropexia en un caso sintomático para fijar permanentemente el riñón a la pared abdominal.
Se desconocen las causas de esta afección, pero los médicos han identificado algunos factores de riesgo notables para desarrollar la afección. Es más probable que la ptosis renal afecte a las mujeres que a los hombres y es más frecuente entre los adultos jóvenes muy delgados. Las personas que pierden cantidades importantes de peso muy rápidamente también corren un mayor riesgo. Muchos médicos creen que el problema está relacionado con la falta de tejido muscular y graso de apoyo en la parte inferior del abdomen.
El grado de desplazamiento del riñón en el trastorno es relativamente pequeño, por lo general no más de 2 pulgadas (aproximadamente 5 centímetros). Cuando una persona se pone de pie, el riñón desciende y ejerce presión sobre el uréter que conduce a la vejiga. El movimiento suele ser lo suficientemente sutil como para que los síntomas no sean evidentes, aunque la ptosis renal puede causar dolores agudos en el costado, náuseas, vómitos y escalofríos. Los síntomas agudos tienden a mejorar después de acostarse durante unos minutos. Si el uréter se irrita u obstruye por el movimiento de los riñones, una persona puede tener sangre en la orina o desarrollar infecciones frecuentes del tracto urinario.
Un médico puede diagnosticar la ptosis renal al revisar los síntomas del paciente, detectar otros posibles problemas y tomar radiografías del abdomen. Las radiografías que se toman mientras el paciente está acostado se comparan con las imágenes tomadas mientras está de pie para ver si hay un desplazamiento notable del riñón. Las decisiones de tratamiento se toman en función de la gravedad de los síntomas.
En muchos casos, una persona puede evitar la cirugía tomando analgésicos, limitando su actividad física, tomando descansos frecuentes durante el día para acostarse y aumentando de peso. Sin embargo, si los problemas persisten, es posible que el paciente deba someterse a una nefropexia. Un cirujano hace una pequeña incisión en la parte inferior del abdomen e inserta un endoscopio para guiar el procedimiento. Utiliza grapas o suturas especializadas para unir el riñón a una banda de tejido fibroso fuerte en el abdomen. La nefropexia tiene una alta tasa de éxito y la mayoría de los pacientes no experimentan problemas recurrentes.