También conocido como disco herniado o abultado, un disco comprimido es una condición en la que la integridad de uno o más discos se ha deteriorado hasta el punto de que los nervios que salen de las vértebras están sometidos a una gran presión. Dependiendo de la gravedad de la situación, la afección puede provocar dolor de espalda recurrente o causar lesiones permanentes en otras partes de la espalda y la columna. Los discos comprimidos también se conocen como discos prolapsados, rotos o deslizados.
Uno de los primeros síntomas que indican la presencia de un disco comprimido es una sensación de entumecimiento u hormigueo en la espalda y las piernas. En situaciones en las que el disco dañado se encuentra en la parte inferior de la espalda, el dolor de espalda recurrente que se origina en esa región es seguido rápidamente por un dolor recurrente en las nalgas e incluso en los muslos y las piernas. Un disco abultado en la parte superior de la espalda a menudo causa entumecimiento o dolor en el cuello, los hombros y la parte superior de los brazos.
Hay varios factores que pueden provocar un disco comprimido. Un factor importante es simplemente el proceso de envejecimiento. A medida que se reduce la elasticidad y la capacidad de retener líquido en el disco, se hace posible la posibilidad de una ruptura o deformación. Otros factores como fumar o una ausencia prolongada de nutrientes esenciales en la dieta también pueden debilitar la integridad de los discos y provocar compresión. Los hombres y mujeres que son más altos que el promedio tienen más probabilidades de desarrollar un disco prolapsado, así como las personas que tienen un gran exceso de peso en su estructura. Una caída severa también puede ayudar a crear la afección.
La identificación de la ubicación de un disco abultado, así como la evaluación del grado de daño, generalmente se maneja mediante el uso de algún tipo de proceso de imágenes. Las tomografías computarizadas, las resonancias magnéticas y los rayos X se utilizan en el esfuerzo de localizar y evaluar la condición del disco dañado. Una vez que el profesional de la salud conozca la ubicación y la gravedad del daño, es posible comenzar a tratar la situación.
Afortunadamente, existen varios métodos para tratar un disco abultado cuando la cantidad de daño es mínima. Los medicamentos para aliviar la inflamación y los medicamentos para controlar el dolor son herramientas comunes. Usar un aparato ortopédico o pasar algún tiempo en tracción puede ayudar a aliviar la presión sobre los nervios afectados. La hidroterapia, la terapia de calor y la terapia de frío se utilizan en diferentes situaciones para ayudar a restaurar un nivel saludable de función en el área espinal.
Sin embargo, hay casos en los que un disco comprimido requiere cirugía para aliviar el dolor y restaurar una cierta cantidad de funcionamiento adecuado. En su mayor parte, el objetivo de la cirugía es minimizar la irritación de los nervios espinales y así aliviar tanto como sea posible el dolor recurrente. Cuando se combina con varios tipos de terapia de rehabilitación, es posible recuperar una calidad de vida equitativa que no esté agobiada por un dolor constante.