Ocasionalmente, durante una tomografía computarizada (TC), un médico encontrará depósitos de calcio en el hígado. Esta condición se conoce como calcificación hepática o calcificación hepática. La calcificación en el hígado generalmente indica que se ha formado calcio en áreas afectadas por infecciones o lesiones pasadas, generalmente para proteger el área de daños mayores. La acumulación de calcio también se puede encontrar durante el embarazo en una ecografía de un feto.
Un hígado calcificado puede ser indicativo de lesiones o tumores hepáticos, aunque la calificación hepática no se asocia comúnmente con un trastorno grave o una afección subyacente. Si, durante una exploración del hígado, la única irregularidad que se observa es la presencia de calcificación hepática, esto generalmente no es un motivo importante de preocupación. Ocasionalmente, los medicamentos también pueden causar calcificación en el hígado si el cuerpo reacciona negativamente a un medicamento.
La calcificación del hígado en un recién nacido puede ser causada por una infección, que puede ocurrir en el útero o poco después del nacimiento. La inflamación abdominal puede causar enfermedades hepáticas calcificadas en los recién nacidos debido a una ruptura de la pared intestinal durante el parto. Un drenaje de materia fetal fetal, también conocido como meconio, puede ser responsable de la infección, lo que lleva a la acumulación de calcio en áreas del hígado. Los coágulos de sangre que se forman en el hígado y que dañan el tejido circundante también pueden causar calcificación.
La calcificación del hígado también puede deberse al consumo excesivo de alcohol. Esto ocurre cuando el hígado intenta curarse a sí mismo del daño causado por el alcohol. Como resultado, se deposita una acumulación de calcio en el hígado. En casos avanzados y graves, la calcificación puede ocurrir junto con la cirrosis.
Los trastornos hepáticos también pueden causar calcificación. Los quistes o tumores dentro del hígado son una de las principales causas de esta acumulación. En un tumor, lesión o quiste benigno, es posible que no haya síntomas. La calcificación puede detectarse mediante ecografía o tomografía computarizada. Una biopsia puede determinar si estos crecimientos son cancerosos. Si es benigno, es posible que no haya necesidad de tratamiento y la situación puede resolverse con el tiempo.
Un tumor maligno con calcificación hepática puede requerir un tratamiento avanzado o invasivo. La cirugía para extirpar una masa o la radioterapia pueden ser una opción para la calcificación en el hígado causada por un tumor maligno. También se puede recetar un ciclo de seguimiento de quimioterapia.
Cuando se descubre que un recién nacido con calcificación hepática tiene un tumor hepático al nacer, a menudo se trata de una masa benigna. Por lo general, el crecimiento requerirá una extirpación quirúrgica. En la mayoría de los casos, el bebé no requerirá más intervención médica.