La capa de ozono es una porción de la atmósfera de la Tierra que contiene niveles relativamente altos de ozono, O3. La atmósfera de la Tierra consta de muchas capas diferentes y está compuesta principalmente de nitrógeno, siendo el oxígeno el segundo elemento más común. La capa de ozono es importante por varias razones, pero principalmente porque ayuda a proteger la vida en la tierra de la dañina radiación ultravioleta.
El ozono en sí es una forma particular de oxígeno, donde tres átomos del elemento se han unido. Es venenoso para los humanos respirar directamente y se considera un contaminante si se encuentra cerca de la superficie de la Tierra. El nombre proviene de la palabra para el olor particular con el que está asociado, que ocurre durante las tormentas eléctricas.
La capa de ozono, como la propia atmósfera de la Tierra, no tiene un límite exacto. En general, se considera que es la capa de gases de 10 a 20 millas (15 a 35 km) por encima de la superficie de la Tierra. La concentración de ozono en la capa es alta en comparación con cualquier otro lugar, pero aún es relativamente baja. Incluso en las porciones más densamente concentradas, el ozono constituye solo unas pocas partes por millón.
El ozono es particularmente importante para los humanos porque tiene la propiedad única de absorber la radiación ultravioleta. Hay tres tipos principales de radiación ultravioleta (UV), conocidos como UV-A, UV-B y UV-C. Cuando funciona correctamente, esta capa de atmósfera elimina por completo la radiación UV-C, que es la más dañina para los humanos. También reduce drásticamente la cantidad de UV-B que llega a la superficie de la Tierra – UV-B es la radiación responsable de muchos tipos de cáncer de piel y quemaduras solares.
En la década de 1970, se hizo evidente que la capa de ozono estaba desapareciendo lentamente. Se descubrió que esto era un resultado directo del uso de ciertos catalizadores liberados en grandes cantidades por los humanos. Varios países tomaron pequeñas medidas para reducir la emisión de estos catalizadores, en particular clorofluorocarbonos (CFC), pero las medidas fueron en general bastante limitadas. En 1985, sin embargo, se descubrió un enorme agujero en la capa de ozono sobre la Antártida.
El agujero proporcionó el ímpetu necesario para un movimiento mundial que ayude a proteger esta capa de la atmósfera. Dos años después de su descubrimiento, se ratificó el Protocolo de Montreal, lo que limita gravemente la producción de compuestos que agotan la capa de ozono. A mediados de la década de 1990, el uso de compuestos que agotan la capa de ozono se había reducido drásticamente y la capa de ozono estaba en camino de recuperarse.
Aunque la atmósfera todavía está muy por debajo de sus niveles históricos de ozono, su agotamiento parece haberse desacelerado drásticamente y el peligro más inmediato parece haber pasado. La capa de ozono sirve como un ejemplo conmovedor para muchas personas de que las naciones del mundo son capaces de tomar medidas relativamente rápidas y concretas frente a una catástrofe global inminente.