La fenitoína es un fármaco antiepiléptico que se usa solo o en combinación con otros antiepilépticos para tratar las convulsiones asociadas con la epilepsia. Puede producirse toxicidad por fenitoína si los niveles de fenitoína se elevan por encima de los niveles terapéuticos. Los síntomas de la toxicidad por fenitoína pueden incluir confusión, visión borrosa y dificultad para hablar, y pueden ocurrir incluso a niveles terapéuticos. Si un paciente que toma fenitoína experimenta alguno de estos síntomas, o si se sospecha una sobredosis de fenitoína, se debe buscar atención médica urgente.
Es importante que se obtengan niveles terapéuticos del fármaco para tratar la epilepsia y prevenir convulsiones. Esto puede requerir un ajuste delicado de la dosis inicialmente y un control regular del fármaco terapéutico para evitar que los niveles suban demasiado. Los incrementos en el ajuste de dosis suelen ser muy pequeños, debido a la farmacocinética de la fenitoína.
El metabolismo de la fenitoína ocurre principalmente en el hígado y está muy influenciado por las enzimas del citocromo P450. Estas enzimas pueden verse afectadas por medicamentos concomitantes que pueden inducirlas o inhibirlas, provocando cambios resultantes en los niveles de fenitoína. El metabolismo de la fenitoína también difiere de una persona a otra, de ahí la necesidad de determinar la dosis específica del paciente.
Algunos ejemplos de medicamentos que pueden causar toxicidad por fenitoína incluyen otros antiepilépticos como carbamazepina o topiramato; algunos medicamentos utilizados para tratar el reflujo gastroesofágico (ERGE) como omeprazol y cimetidina; y estrógenos, contenidos en algunas píldoras anticonceptivas orales o terapia de reemplazo hormonal (TRH). La lista de medicamentos que pueden interactuar con la fenitoína es extensa. Cualquier medicamento concomitante, incluidos los medicamentos homeopáticos o complementarios, debe discutirse con el médico que prescribe. Los cambios en las dosis de los fármacos concomitantes también pueden influir en los niveles de fenitoína.
Los recién nacidos y los ancianos son particularmente susceptibles a la toxicidad por fenitoína y, por lo tanto, requieren una vigilancia aún más estrecha. Algunas condiciones también pueden predisponer a los pacientes a desarrollar toxicidad. Estos incluyen embarazo e hipoalbuminemia, o niveles bajos de albúmina, que pueden resultar de desnutrición o síndrome nefrótico. La ingesta de alcohol también puede aumentar los niveles de fenitoína y, por lo tanto, debe evitarse.
Si un paciente que toma fenitoína desarrolla algún signo de toxicidad, que incluye, entre otros, un cambio en el estado mental o confusión, visión borrosa, dificultad para hablar y pérdida de coordinación, se debe buscar atención médica urgente. La toxicidad por fenitoína se considera una emergencia médica y, si no se trata, puede provocar coma y efectos cardiovasculares.
Dependiendo del nivel de toxicidad, puede ser necesario el ingreso hospitalario. El tratamiento es sintomático y puede incluir la desintoxicación con carbón. Es posible que se necesiten consultas psiquiátricas o neurológicas para el seguimiento, y se realizará un ajuste cuidadoso de la dosis de fenitoína para evitar una mayor toxicidad.