¿Qué causa el síndrome del oído rojo?

Las causas del síndrome del oído rojo, una afección que se describió por primera vez en la década de 1990, no se comprenden bien. Está relacionado con dolores de cabeza, especialmente migrañas, aunque los síntomas del trastorno pueden ocurrir junto con otros tipos de dolores de cabeza o junto con lesiones en el cerebro o el cuello. También hay muchos casos de esta condición que no parecen tener causas obvias. Estos pueden desencadenarse por simples movimientos del cuello o la mandíbula.

Un estudio de 2010 mostró una conexión entre el síndrome del oído rojo y las migrañas en los niños. Las observaciones realizadas en más de 200 niños de entre 4 y 17 años mostraron que el 23% de los niños con migrañas tenían síntomas de oído rojo, mientras que solo el 4% de los niños con otros tipos de dolores de cabeza mostraban síntomas de oído rojo. El estudio también encontró que los hombres eran más propensos que las mujeres a tener estos síntomas.

Si bien los niños con migrañas eran mucho más propensos que los niños con otros tipos de dolor de cabeza a tener el síndrome del oído rojo, también puede aparecer como un síntoma de otros dolores de cabeza. Tanto los adultos como los niños pueden desarrollar enrojecimiento, calor y dolor en uno o ambos oídos junto con trastornos de la cefalea en racimos autónomos del trigémino, incluidos los dolores de cabeza en racimo. Una lesión en la tercera vértebra del cuello también puede desencadenar dolor de cabeza y cuello que puede provocar este síndrome.

El daño al tálamo también puede provocar el síndrome del oído rojo. Las personas con esta afección experimentan hipersensibilidad al dolor debido al daño del tálamo en el cerebro. Esta sección del cerebro es responsable de desencadenar la sensación de dolor en el cuerpo.

Aparte de estas condiciones que se sabe que están relacionadas con este síndrome, el trastorno puede desarrollarse sin una causa obvia. El dolor, el calor y el enrojecimiento pueden ocurrir en uno o ambos oídos como resultado de tocar el oído o mover el cuello o la mandíbula. Estos ataques suelen aparecer de repente y pueden durar hasta un par de horas. Sin embargo, un ataque de síndrome del oído rojo debido al movimiento o al contacto físico con el oído no ocurre necesariamente cada vez que ocurre el desencadenante.