¿Qué son los universales humanos?

«Universales humanos» es un término utilizado en antropología y psicología evolutiva para referirse a los rasgos conductuales o cognitivos comunes a todos los humanos neurológicamente normales. La noción de universales humanos se formuló parcialmente como un desafío al relativismo cultural, una visión predominante de la naturaleza humana a fines del siglo XX, que algunos psicólogos y antropólogos consideran que exagera enormemente la variación entre los miembros de la especie humana.

En un libro del mismo nombre publicado en 1991, el profesor de antropología Donald Brown enumeró cientos de universales humanos en un esfuerzo por enfatizar la comunidad cognitiva fundamental entre los miembros de la especie humana. Algunos de estos universales humanos incluyen la evitación del incesto, la territorialidad, el miedo a la muerte, los rituales, el cuidado de los niños, el juego de simulación, el duelo, el intercambio de alimentos, los grupos de parientes, la estructura social, la toma de decisiones colectivas, la etiqueta, la envidia, las armas, la estética y muchos más. El reconocimiento más amplio de los universales humanos ha llevado a una especie de mini revolución en psicología, que ha comenzado a recibir más información de las ciencias más duras de la antropología y la biología, y menos de la ubicua psicología pop del siglo XX.

Uno de los grandes divulgadores de la noción de universales humanos en los últimos años ha sido de Steven Pinker, un científico cognitivo de Harvard y autor de cuatro libros ampliamente leídos sobre la mente humana. Como defensor de la ciencia emergente de la psicología evolutiva, Pinker argumenta que, de la misma manera, todos tenemos diez dedos, diez dedos de los pies, dos ojos, dos oídos y una boca, todos con las mismas características biológicas básicas de persona a persona, debemos esperar que nuestras características cognitivas tengan una similitud similar. Las diferencias psicológicas entre los seres humanos son, entonces, diferencias de grado, no en especie.

La existencia de un conjunto experimentalmente comprobable de universales humanos tiene dos consecuencias clave. La primera es que hace que la experimentación psicológica y la investigación sean más valiosas de lo que algunos podrían haber pensado. Si podemos identificar las características cognitivas comunes entre nosotros y sus características, aprendemos no solo acerca de cada cultura humana e individuo en la tierra hoy en día, sino también de aquellos en el futuro indefinido, siempre que sus genomas permanezcan esencialmente humanos. La segunda es que la especie humana tiene más en común de lo que la psicología convencional nos haría pensar: que los conflictos surgen a pesar de nuestras similitudes cognitivas fundamentales, en lugar de por ellas.