¿Qué causa el trastorno del apego?

Se cree que el trastorno de apego, también conocido como trastorno de apego reactivo, se desarrolla como resultado del fracaso o incapacidad de un individuo para formar vínculos significativos con los cuidadores durante los primeros años de vida. A diferencia de la mayoría de los trastornos psicológicos infantiles, hay poca o ninguna evidencia de que los factores genéticos desempeñen un papel en el desarrollo del trastorno del apego; la definición del problema en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, cuarta edición (DSM-IV), lo describe como resultado de una crianza defectuosa. Los niños menores de 5 años que sufren abuso o negligencia por parte de sus padres o cuidadores tienen más probabilidades de desarrollar el trastorno. Estos factores se ven mitigados por el estilo de apego, el temperamento y el grado de madurez emocional e intelectual del niño. Los pacientes que padecen el trastorno también corren el riesgo de mantener estos problemas, lo que resulta en relaciones sociales deficientes hasta bien entrada la edad adulta.

Los estudios han encontrado que los pacientes con trastorno de apego tienden a tener experiencias negativas con sus cuidadores principales durante la primera infancia. Si bien a algunos no se les prestó suficiente atención cuando eran niños, a otros se les prestó una atención excesiva. Varios pacientes parecían haber desarrollado el trastorno como resultado de la ausencia de una figura paterna o como reacción a un cuidador autoritario. La paternidad inconsistente fue otro factor que contribuyó a una capacidad deficiente para formar vínculos significativos. Las personas que sufrieron abuso físico o emocional durante la primera infancia también tenían una tendencia a desarrollar el trastorno.

Varios expertos sugieren que el trastorno de apego se desarrolla a partir de la incapacidad del cuidador para adaptarse al estilo de apego del niño. Los niños con un estilo de apego seguro (aquellos que exploran libremente su entorno mientras el cuidador está presente, se angustian con su ausencia y se sienten aliviados por su regreso) son los menos propensos a desarrollar el trastorno. Aquellos con estilos más atípicos de ansiedad-resistencia, ansiedad-evitación y desorganizados tienen un mayor riesgo de desarrollar un trastorno de apego.

El temperamento del niño también puede influir en el desarrollo del trastorno del apego. Los niños alegres, por ejemplo, tienden a atraer más la atención del cuidador, lo que podría tener un impacto en la forma en que se cría al niño. La madurez intelectual y emocional del niño es otro factor que contribuye al desarrollo del trastorno. Los niños que son notablemente maduros para su edad están mejor equipados para lidiar con cualquier inconsistencia en los estilos de crianza y son más resistentes al impacto emocional del abuso y la negligencia. Esto explica por qué las personas con antecedentes similares pueden tener perfiles de apego significativamente diferentes.