La amenorrea hipotalámica es la ausencia de menstruación durante varios meses debido a una producción y regulación deficiente de hormonas por parte del hipotálamo. Varios factores conductuales y circunstanciales pueden contribuir al desarrollo de esta condición. El tratamiento depende de la causa de la disfunción hipotalámica y puede requerir cambios en la dieta y el estilo de vida o el uso de medicamentos recetados para restaurar la ovulación y la menstruación adecuadas.
Considerado el principal eje de comunicación que influye en la menstruación y controla la función reproductiva, el hipotálamo produce la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH). Cuando se libera, la GnRH desencadena la producción de hormonas adicionales esenciales para la menstruación, a saber, la hormona estimulante del folículo (FSH), el estrógeno y la hormona luteinizante (LH). Si el hipotálamo deja de producir GnRH, la comunicación se interrumpe, deteniendo la ovulación y la menstruación.
La disfunción del hipotálamo puede resultar de una variedad de circunstancias y comportamientos. Las mujeres con un peso corporal bajo para su altura o aquellas que hacen ejercicio en exceso pueden desarrollar amenorrea hipotalámica. Los trastornos alimentarios, como la bulimia y la anorexia, también pueden inducir síntomas. El estrés emocional extremo a veces puede interferir con el funcionamiento adecuado del hipotálamo, provocando una interrupción en la regulación hormonal. Los factores adicionales que pueden contribuir a la amenorrea hipotalámica pueden incluir la presencia de un tumor y un mal funcionamiento de la tiroides.
El síntoma más común y obvio asociado con la amenorrea hipotalámica es la ausencia de menstruación durante tres o más meses. Algunas mujeres pueden experimentar síntomas adicionales que pueden incluir cambios en la visión y dolor de cabeza persistente. Se debe buscar atención médica si la menstruación no comienza a los 16 años o si ha ocurrido con regularidad y se detiene repentinamente.
Hay varias pruebas de diagnóstico que se pueden realizar para confirmar un diagnóstico de amenorrea hipotalámica. Inicialmente, se toma un historial médico completo y se realiza un examen pélvico. En algunos casos, también se puede administrar una prueba de embarazo. Se puede realizar una prueba de provocación con progestina, que implica la administración de progestágeno, un medicamento hormonal, durante diez días en un intento de provocar la menstruación. Si los resultados de una prueba de provocación con progestina no indican resultados positivos, se pueden recomendar análisis de sangre para medir los niveles de hormonas, incluida la gonadotropina coriónica humana (HCG), la hormona estimulante del folículo (FSH) y la hormona luteinizante (LH). Además, se puede solicitar una tomografía computarizada (TC) para evaluar el estado de la glándula pituitaria y descartar la presencia de un tumor u otra irregularidad.
El tratamiento para la amenorrea del hipotálamo puede incluir cambios en la dieta y el estilo de vida, así como la administración de medicamentos. Se puede indicar a las personas para las que la afección se precipitó por el ejercicio excesivo que limiten sus entrenamientos y sigan rutinas menos extenuantes. La disfunción del hipotálamo inducida por la dieta se puede remediar adoptando hábitos alimenticios más saludables y consumiendo una dieta nutricionalmente equilibrada. Las mujeres a las que se les diagnostica un trastorno alimentario pueden requerir asesoramiento o tratamiento hospitalario antes de que se pueda determinar que es necesaria la terapia con medicamentos para tratar la amenorrea. Si los cambios en la dieta y el estilo de vida no funcionan, se pueden recetar medicamentos anticonceptivos orales para la fertilidad para desencadenar la regulación hormonal y restaurar la ovulación y la menstruación.
Las mujeres que desarrollan amenorrea hipotalámica tienen un mayor riesgo de desarrollar osteoporosis y enfermedades cardiovasculares en el futuro. Los niveles reducidos de estrógeno asociados con la disfunción hipotalámica pueden contribuir a la pérdida ósea y deteriorar la función cardiovascular. Se pueden administrar medicamentos para reducir el riesgo de padecer estas afecciones secundarias, pero las mujeres que están o pueden quedar embarazadas no deben tomarlos.