La obesidad de los padres es una determinación de si un niño tiene padres obesos o no. Aunque no es un indicador garantizado, la obesidad de los padres puede ser uno de los principales factores que se utilizan para predecir si un niño será obeso cuando sea adulto, por razones genéticas o ambientales. Los niños con un peso saludable tienen menos probabilidades de volverse obesos en la edad adulta en comparación con los niños que ya son obesos, pero esto puede verse dramáticamente afectado por la obesidad de los padres. Un estudio ha demostrado que si un niño menor de diez años tiene padres obesos, tiene más del doble de probabilidades de ser obeso que un adulto, incluso si el niño todavía tiene un peso saludable para su edad. En algunos casos, la obesidad de los abuelos también puede ayudar a determinar el riesgo de que un niño tenga sobrepeso u obesidad.
Parte de esta fuerte asociación puede tener que ver con factores genéticos transmitidos de padres a hijos que afectan la tendencia a tener más o menos sobrepeso que otros. Aparte de los factores genéticos, existen muchas razones ambientales por las que es probable que la obesidad de los padres afecte el peso futuro del niño. Las elecciones de alimentos de la familia, los hábitos alimenticios e incluso las recetas familiares pueden afectar la forma en que un niño aprende a comer, lo que probablemente determina cómo comerá a lo largo de la vida. Además, una familia físicamente activa que participa en deportes y otras actividades al aire libre en conjunto probablemente moldeará hábitos y preferencias recreativas diferentes para el niño que una familia que pasa una gran cantidad de tiempo mirando televisión o frente a la computadora. Incluso buscar en familias adoptivas y otras relaciones que no comparten un vínculo genético puede proporcionar pistas sobre el entorno en el que se cría el niño.
Es importante evaluar el riesgo de un niño de tener sobrepeso u obesidad en la edad adulta, incluso si aún no es obeso durante la niñez. Debido a la gran cantidad de problemas de salud como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardíacas que causa la obesidad, conocer el riesgo de que un niño desarrolle obesidad puede permitir que los médicos y los padres sepan de antemano que deben tomar medidas preventivas contra el aumento de peso. La educación puede ayudar a los padres y las familias a poder enseñar a sus hijos buenos hábitos de ejercicio y prácticas de alimentación saludable en una etapa temprana de la vida, de modo que haya una mayor probabilidad de que estos buenos hábitos continúen durante toda la vida.