Los músculos del corazón o la pared muscular se denominan miocardio, y si esta pared se inflama, la afección se conoce como miocarditis. Hay muchos factores causales potenciales para la hinchazón del corazón, pero los más comunes son las infecciones virales. Solía ocurrir que el mayor número de casos de miocarditis se debían a fiebre reumática, una complicación de la infección por el virus del estreptococo. Hoy en día, el tratamiento con antibióticos de la mayoría de las infecciones de garganta por estreptococos evita que la afección progrese a fiebre reumática y daño potencial a los músculos del corazón.
Hay muchas causas de miocarditis y muchas de ellas no se pueden prevenir con precisión. Las personas pueden contraer esto por complicaciones de virus, especialmente el virus coxsackie B, y del virus de Epstein-Barr, la quinta enfermedad, el sarampión y el VIH. La infección bacteriana también puede resultar en miocarditis, y las bacterias más comúnmente involucradas en la enfermedad incluyen la bacteria estafilococo, la bacteria de la difteria y la bacteria transmitida por las garrapatas infectadas con la enfermedad de Lyme. Otras cosas también pueden provocar esta afección, incluida la exposición a ciertos químicos o mohos, infección por hongos y algunas enfermedades autoinmunes como el lupus.
Los principales síntomas de la miocarditis incluyen agotamiento, posiblemente fiebre, síntomas más comunes en los niños, dificultad para respirar incluso cuando no se hace ejercicio y un dolor de pecho insoportable. Las personas también pueden tener latidos cardíacos irregulares o incidencias en las que el corazón no late con regularidad (arritmia). Algunas personas pueden tener casos muy leves, que no tienen muchos síntomas, y pueden recuperarse de la miocarditis al darse cuenta de que alguna vez la han tenido. Otras veces, los síntomas, que también pueden incluir síntomas similares a los de la gripe, son difíciles de pasar por alto y peligrosos de ignorar. Siempre que se sospeche esta afección, las personas deben alertar a sus médicos para que realicen una prueba de su presencia porque puede causar daño cardíaco permanente.
Los médicos utilizarán una variedad de métodos para detectar miocarditis, y las pruebas comunes son radiografías o ecocardiogramas (ecografía del corazón) para evaluar la función cardíaca y buscar agrandamiento. Los análisis de sangre podrían usarse para confirmar la presencia de una infección viral o bacteriana, y podrían requerirse otras exploraciones o procedimientos un poco más invasivos como el cateterismo cardíaco si la función cardíaca parece estar significativamente afectada.
El tratamiento dependerá de la gravedad de la afección y su causa. Es posible que los casos causados por virus no requieran mucho tratamiento y, especialmente si la inflamación es leve, las personas simplemente pueden descansar en casa y hacerse más exploraciones en el futuro para asegurarse de que la inflamación se esté resolviendo. Si la enfermedad es causada por una infección bacteriana, los antibióticos pueden ser útiles. Aunque es menos común, algunas personas con miocarditis requerirán hospitalización y medicación cardíaca para ayudar al corazón a funcionar mientras el miocardio permanece inflamado. En circunstancias muy raras, el daño al corazón es tan severo que requiere una cirugía correctiva o un trasplante de corazón.