La alergia a la leche es una reacción del sistema inmunológico al contacto con las proteínas de la leche que produce síntomas repentinos o crónicos que, en algunos casos, pueden poner en peligro la vida. Se estima que afecta a alrededor del 2.5 por ciento de los niños pequeños y parece estar en aumento. Sin embargo, antes de determinar si usted o su hijo son alérgicos a la leche, es necesario comprender la importante distinción entre una alergia a la leche y una intolerancia a la leche, porque los síntomas y el tratamiento de estas afecciones son bastante diferentes.
Cuando es alérgico a la leche, el sistema inmunológico, la parte del cuerpo diseñada para combatir las infecciones, ataca por error una o más de las proteínas de la leche, las más comunes de las cuales son la caseína y el suero. Los síntomas que experimenta son similares a los que se observan con otros tipos de alergias e incluyen picazón, urticaria, sibilancias y molestias digestivas. En casos severos, puede ocurrir una condición conocida como anafilaxia, en cuyo caso pueden ocurrir problemas respiratorios y circulatorios repentinamente y resultar en la muerte. Es necesaria atención médica inmediata cuando aparecen síntomas graves y se requiere la administración de epinefrina, también conocida como adrenalina, mediante inyección para revertir cualquier riesgo que ponga en peligro la vida.
Por otro lado, la intolerancia a la leche, también conocida como intolerancia a la lactosa, no tiene nada que ver con el sistema inmunológico. Es causada por la falta o la cantidad reducida de una enzima llamada lactasa, que es necesaria para digerir la leche. Los problemas de estómago como hinchazón, calambres y diarrea son los síntomas más comunes y, aunque pueden ser incómodos y molestos, rara vez ponen en peligro la vida.
La única forma de determinar si es alérgico a la leche es consultar con un alergólogo. Normalmente se realizarán pruebas cutáneas y análisis de sangre, al igual que una evaluación completa de su historial médico. A través de las pruebas, el alergólogo buscará la presencia de anticuerpos de inmunoglobulina E (IgE), que generalmente se encuentran en la sangre y la piel de los pacientes alérgicos a la leche. Sin embargo, la prueba no es infalible, por lo que si puede llevar un diario de alimentos con notas detalladas sobre cuándo consumió leche y cuáles fueron las reacciones, su médico podrá hacer un diagnóstico fundamentado a pesar de las variaciones en la prueba.
Si es alérgico a la leche, debe evitar todos los productos lácteos y estar especialmente atento al contacto con las proteínas de la leche en cualquier forma. A menudo ocultas en alimentos comunes y productos manufacturados, las proteínas de la leche pueden aparecer como ingrediente en todo, desde galletas saladas hasta pasta de dientes, bajo la apariencia de sabor a mantequilla artificial, caseinatos, lactoglobulina y cuajo, entre otras cosas. Además, es importante tener en cuenta que los productos etiquetados como «sin lactosa», aunque son seguros para las personas con intolerancia a la lactosa, no son necesariamente seguros para las personas alérgicas a la leche.
La mayoría de los niños alérgicos a la leche eventualmente superan su condición. A medida que envejecen y eso sucede, pueden consumir productos lácteos. Hasta entonces, evitar estrictamente todos los productos lácteos es el único curso de acción seguro a tomar.