¿Qué es un cefalhematoma?

Un cefalhematoma es una lesión de nacimiento que resulta en un bulto de color rojizo en la cabeza del bebé, generalmente perceptible al nacer o poco después. Se debe al sangrado entre el hueso y el material fibroso que lo recubre, llamado periostio. Esta afección generalmente se resuelve por sí sola en unos pocos meses, pero en casos raros, causa problemas físicos adicionales o requiere algún tipo de intervención.

El cefalhematoma ocurre con mayor frecuencia cuando se ejerce presión sobre la cabeza debido a procedimientos de intervención como extracción con ventosa o parto con fórceps. También puede desarrollarse sin estas intervenciones, y las situaciones en las que la cabeza del bebé está sujeta a la presión del canal de parto durante el trabajo de parto durante un período prolongado de tiempo también pueden provocar esta afección. Cuando los bebés lo tienen, un bulto blando o ligeramente endurecido y rojizo será bastante obvio, y tal daño en la cabeza del recién nacido puede ser impactante al principio, especialmente si el bulto es muy grande. Incluso los bultos grandes pueden simplemente desaparecer con el tiempo a medida que los glóbulos rojos se descomponen y reabsorben. El mayor riesgo de reabsorción puede ser que un bebé desarrolle ictericia al procesar tantos glóbulos rojos, lo que puede mejorarse con tratamientos como una manta de bili.

Si hay cefalhematoma, es posible que los médicos aún deseen realizar otras pruebas. A veces, su presencia puede indicar una fractura leve de cráneo o una gran acumulación de sangre que atraviesa las suturas o las placas no unidas del cráneo del bebé, y esto podría sugerir problemas. Alternativamente, en lugar de retroceder, el cefalhematoma puede comenzar a endurecerse debido a la calcificación u osificación (crecimiento de hueso nuevo).

En casos raros, los bultos calcificados aún pueden retroceder, pero los bultos osificados donde el hueso ha crecido hacia el bulto pueden necesitar cirugía. Otra posible complicación es el sangrado continuo, que podría provocar anemia y requerir una transfusión de sangre.

Es importante reiterar que el cefalhematoma casi nunca requiere tratamiento. La presencia de un cefalhematoma no sugiere, en la mayoría de los casos, que exista un daño cerebral permanente o de cualquier tipo. En cierto modo, puede verse como una forma especializada de hematoma que casi siempre mejorará y finalmente desaparecerá con el tiempo, aunque pueden pasar varios meses antes de que esto ocurra.

Igualmente importante, es el reconocimiento de que una lesión en la cabeza durante un parto traumático podría indicar otras. Se debe vigilar cuidadosamente a los niños con cefalhematoma. Se debe informar a los médicos de cualquier evidencia de incumplimiento de los hitos del desarrollo, y si estos fracasos son comunes y el niño parece no progresar a un ritmo normal, se recomienda consultar con un neurólogo pediátrico.