La memoria ecoica, o memoria sensorial auditiva, es parte de la memoria a corto plazo y se refiere a la forma en que el cerebro puede tomar una copia exacta de lo que se escucha y retenerla durante períodos muy cortos, aproximadamente de dos a cuatro segundos. El término se le atribuye a Ulric Neisser, y es aún más conocido por hacer la investigación fundamental sobre esta forma de recordar. Desde el trabajo de Neisser, estudios adicionales sobre este tipo de memoria continúan revelando nueva información sobre sus funciones.
Cuando una persona escucha un sonido, como unas pocas notas musicales o una oración corta, la memoria ecoica se activa y el cerebro mantiene una réplica perfecta de ese sonido durante un breve período. Las personas pueden incluso aplazar la atención al significado del sonido cuando lo escuchan y, en cambio, podrían interpretar la copia del cerebro. Por ejemplo, a veces una persona no presta toda su atención a la conversación de otra. Podría pedirle a un orador que repita algo y luego darse cuenta de que sabe lo que se dijo antes de que el orador pueda repetirlo. Esta es la memoria ecoica en acción, que produce la copia del sonido para que la persona pueda ponerse al día escuchando o pueda pensar brevemente en el significado de un sonido.
La memoria auditiva a corto plazo a menudo se compara con la memoria visual o icónica. Ésta es la capacidad del cerebro para guardar copias exactas de una imagen. Comparativamente, la memoria sensorial auditiva es mucho más larga. La memoria icónica dura menos de un segundo, mientras que la memoria ecoica puede reproducir un sonido breve de hasta cuatro segundos.
George Sperling realizó los primeros estudios sobre la memoria icónica en la década de 1960. Estos se convirtieron en el modelo para evaluar este tipo de memoria. En 1967, Ulric Neisser diseñó pruebas y estrategias de informes similares a las que había utilizado Sperling, con el fin de obtener información descriptiva sobre la memoria sensorial auditiva.
Lo que descubrió Neisser fue que las personas podrían recordar exactamente hasta dos segundos de información auditiva. Además, cada copia de sonido podría existir hasta por cuatro segundos. Más tarde, los científicos tuvieron acceso a equipos de exploración cerebral especializados y diseñaron experimentos para visualizar las áreas del cerebro asociadas con la memoria ecoica. La mayor actividad durante las pruebas de este tipo se produjo en la corteza prefrontal, que es donde se procesan la mayoría de las otras señales auditivas.
Otra investigación sobre la memoria auditiva a corto plazo ha demostrado que las personas parecen aumentar su memoria ecoica a segundos tiempos más altos a medida que crecen. Por lo tanto, la memoria sensorial auditiva de un niño pequeño no es tan larga como la de un adolescente. Sin embargo, parte de esta capacidad de producir y mantener copias de sonidos tiende a deteriorarse con el envejecimiento avanzado.
Los investigadores también se centran en la implicación de tener una memoria ecoica deteriorada. La incapacidad para retener copias de sonidos durante períodos cortos se ha relacionado con problemas del habla. Las personas que carecen de esta función también pueden sufrir una variedad de déficits comunicativos.