Los tics faciales son espasmos repentinos de los músculos que controlan la boca, los ojos, la nariz o las mejillas. Los tics son frecuentes con muchos trastornos neurológicos más grandes, como el síndrome de Tourette, aunque también pueden ocurrir en ausencia de un desencadenante neurológico claro. Los tics faciales esporádicos son mucho más comunes en los niños que en los adultos y la mayoría de las personas simplemente dejan de tenerlos en la adolescencia o en la adultez temprana. Por lo general, no se necesita tratamiento, aunque los problemas graves o persistentes pueden requerir medicamentos diarios.
Una persona puede experimentar tics faciales por diversas razones. Los médicos generalmente consideran que la afección es idiopática cuando no existe un problema neurológico, lo que significa que se desconoce la causa. Algunos estudios de investigación médica sugieren que las deficiencias de nutrientes y la genética pueden desempeñar un papel importante en el desarrollo de tics idiopáticos. Está bien documentado que es probable que los tics se vuelvan más frecuentes y notorios en situaciones estresantes que provocan ansiedad.
El hallazgo principal de los estudios de tics faciales es que el paciente no puede predecir ni controlar los espasmos. Una persona puede experimentar episodios frecuentes de contracciones en la boca o parpadeo de los ojos en uno o ambos lados de la cara. Algunos tics parecen afectar a muchos músculos de la cara a la vez, lo que hace que la persona haga muecas y entrecerre los ojos.
Los tics no suelen causar dolor físico, pero los espasmos constantes pueden provocar daños psicológicos en niños o adultos. Una persona puede volverse consciente de su condición, lo que puede afectar significativamente la interacción social y la autoestima. De hecho, la ansiedad que produce la preocupación por los tics faciales puede provocar un aumento de la frecuencia de los espasmos, perpetuando tanto los síntomas físicos como la angustia mental.
Un niño que experimenta tics faciales debe ser examinado por un especialista en neurología pediátrica para detectar problemas subyacentes. El médico puede administrar pruebas de imágenes por resonancia magnética para buscar lesiones u otras anomalías físicas en el cerebro. Se puede realizar un electroencefalograma para detectar trastornos convulsivos. Se pueden considerar estrategias de tratamiento o manejo de síntomas después de que el médico haga un diagnóstico preciso.
Los tics faciales idiopáticos no suelen requerir tratamiento médico. Es posible que un médico pueda brindar consejos sobre el manejo del estrés y alentar a los padres a que le expliquen a sus hijos que la afección no es peligrosa y que casi con seguridad es temporal. Se pueden recetar medicamentos relajantes musculares recetados para ayudar a los niños que experimentan tics frecuentes e incapacitantes. Es posible que los pacientes que muestren signos de problemas neurológicos deban recibir regímenes de medicamentos antipsicóticos o anticonvulsivos.