En inmunología, la inmunidad de grupo se refiere a una situación en la que un alto porcentaje de una población es inmune a una enfermedad, lo que esencialmente detiene la enfermedad en seco porque no puede encontrar nuevos huéspedes. Es posible que también escuche que se hace referencia a este concepto como «inmunidad comunitaria». El umbral de inmunidad colectiva varía, dependiendo de la enfermedad, y los agentes más virulentos requieren la vacunación de un porcentaje más alto de la población para crear la inmunidad deseada. Además de utilizarse en la prevención de enfermedades, la inmunidad comunitaria también se utiliza para combatir los brotes en curso.
La mayoría de las políticas de vacunación se centran en crear inmunidad comunitaria. Muchos países exigen la vacunación en la infancia, por ejemplo, para proteger a los niños de enfermedades comunes y garantizar que cuando estas enfermedades ingresen a la población, no puedan atacar a niños o adultos que hayan sido previamente vacunados o expuestos a la enfermedad. La creación de inmunidad colectiva es especialmente importante en entornos abarrotados que facilitan la propagación de enfermedades, como las escuelas.
Los inmunólogos intentan prevenir el brote de enfermedades creando una inmunidad generalizada, pero no siempre tienen éxito. A veces, una enfermedad muta o es completamente nueva, o un lote de vacunas es defectuoso, o un gran porcentaje de la población no se vacuna, creando una situación en la que puede ocurrir un brote, porque gran parte de la población es vulnerable. En el caso de un brote de una enfermedad importante, agencias como la Organización Mundial de la Salud (OMS) pueden enviar equipos en cuestión de días para descubrir la causa del brote y desarrollar una vacuna, con la esperanza de crear inmunidad colectiva para detener el brote en sus pistas.
Para algunas enfermedades, los umbrales de inmunidad son tan bajos como el 50%, especialmente cuando se combinan con una buena higiene. En otros casos, puede ser necesario vacunar hasta el 90% de la población para crear la protección deseada. También es extremadamente importante recibir refuerzos regulares, ya que algunas vacunas pierden su eficacia con el tiempo, dejando a las personas vulnerables a un brote. La inmunidad colectiva condujo a la erradicación de la viruela y explica por qué enfermedades como la poliomielitis y la difteria son raras en los países desarrollados con políticas de vacunación establecidas.
El concepto de inmunidad colectiva se utiliza a menudo para alentar a los padres reacios a vacunar a sus hijos. Además de garantizar que sus hijos estén protegidos contra enfermedades totalmente prevenibles, las vacunas infantiles también benefician a la sociedad en general al crear una protección generalizada contra las enfermedades. Asimismo, se les puede recordar a los adultos que reciban refuerzos para ayudar a proteger sus comunidades.