La hiperemia es una afección en la que la sangre se congestiona en un área particular del cuerpo. Puede ser activo o reactivo.
La hiperemia activa tiene lugar durante la contracción muscular, lo que le ha valido nombres adicionales, como hiperemia funcional e hiperemia por ejercicio. Otras causas incluyen un aumento de la actividad mental, cardíaca o gastrointestinal. Con la hiperemia activa, la sangre se acumula en un órgano en particular como resultado del aumento del flujo sanguíneo causado por la dilatación del músculo liso arteriolar, que a menudo se debe a un aumento en el metabolismo. Cuando aumenta la actividad metabólica del órgano, se desarrolla una capacidad disminuida para vasodilatar y realizar el reclutamiento vascular. Esto es particularmente cierto si se ve afectado un músculo esquelético.
La hiperemia activa se hace evidente a los pocos segundos de aumentar el metabolismo de los tejidos, lo que también aumenta el flujo sanguíneo. Este aumento del flujo sanguíneo vuelve a la normalidad cuando el metabolismo se restablece a la normalidad. La gravedad de la afección está determinada por el aumento de la actividad metabólica.
Con la hiperemia reactiva, también conocida como hiperemia pasiva, la sangre se acumula en un órgano del cuerpo en respuesta a un bloqueo en las venas que supuestamente sacan la sangre. Esto generalmente ocurre después de que una persona experimenta un período de isquemia, como una oclusión arterial. Esto conduce a una escasez de oxígeno, así como a un aumento en la cantidad de desechos metabólicos que se acumulan en el órgano.
La hiperemia reactiva puede ocurrir después de que se aplica un torniquete a la extremidad de una persona y luego se retira. También puede ocurrir cuando se pinzan los vasos arteriales de una persona, como durante una cirugía, y luego se liberan. Si una persona sufre oclusiones coronarias, como las experimentadas con un vasoespasmo coronario, puede producirse una hiperemia reactiva. Experimentar la oclusión coronaria durante solo unos breves segundos impone altas demandas metabólicas al miocardio en contracción, lo que resulta en una congestión sanguínea pronunciada. Cuanto más tiempo una persona experimente una oclusión coronaria, más grave será la afección y más tiempo durará.