La constancia del color es parte del sistema de percepción visual que permite a las personas percibir el color en una variedad de condiciones y ver cierta consistencia en el color. Una manzana que es roja a la brillante luz del sol de la mañana también aparecerá roja a la luz de las velas y al final de la tarde, cuando las longitudes de onda de la luz disponible son en realidad muy diferentes. Del mismo modo, si la manzana está parcialmente al sol y parcialmente a la sombra, un observador leerá toda la manzana en rojo. Esto permite que alguien reconozca la manzana a pesar de que las condiciones han cambiado, y los ojos perciben el color como relativamente constante.
Este sistema es parte de un sistema más amplio de constancia subjetiva. El cerebro utiliza la constancia subjetiva para ayudar a las personas a percibir objetos en situaciones cambiantes. Esto asegura que puedan reconocer esos objetos, lo que ayuda a comprender el mundo y también puede volverse importante para la seguridad. Por ejemplo, la capacidad de reconocer una forma específica puede ayudar a alguien a evitar un peligro, y la capacidad de compensar la distancia al ver una escena también puede ser importante. La constancia subjetiva también permite a las personas identificar y vincular elementos temáticos, como se ve cuando las personas reconocen una obra de arte porque representa una escena familiar.
La constancia del color utiliza la información de varias células cónicas en la retina. Los conos están sensibilizados a diferentes longitudes de onda de luz y el cerebro procesa sus datos colectivos para determinar qué colores está mirando alguien. Los colores pueden verse influenciados por las longitudes de onda de luz disponibles y por los colores circundantes, por lo que un color puede verse muy diferente dependiendo de lo que se coloque junto a él.
Este aspecto del sistema de percepción del color humano se descubrió en la década de 1970. En realidad, fue un fotógrafo quien identificó el fenómeno de la constancia del color, quizás porque la fotografía a menudo requiere una conciencia muy alta del color y la luz disponible. Desde entonces, la constancia del color se ha estudiado ampliamente para aprender más sobre cómo las personas ven el color y cómo se puede distorsionar la percepción del color.
Muchos ejemplos utilizados para demostrar la constancia del color y los trucos que se pueden jugar con el color utilizan una cuadrícula conocida como Mondrian. La cuadrícula consta de una serie de cuadrados, y el experimentador manipula los niveles de luz disponibles para ver cómo las personas perciben los colores de los cuadrados. Un cuadrado naranja, por ejemplo, puede aparecer rojo en una longitud de onda diferente, y los cuadrados del mismo color pueden parecer diferentes, dependiendo de los colores que los rodeen.