La pérdida auditiva profunda se define vagamente como la incapacidad de escuchar sonidos más bajos que 95 decibeles (dB). La mayoría de los profesionales de la salud utilizan esta definición, pero puede variar ligeramente en algunas partes del mundo. La mayoría de los sistemas legales utilizan una fórmula según la cual los grados de pérdida auditiva se definen como un porcentaje de pérdida de la capacidad auditiva total. Estos estándares pueden variar de una jurisdicción a otra, pero la pérdida auditiva profunda se define más comúnmente como una pérdida de al menos el 90%. Las personas con pérdida auditiva profunda tienen dificultad para comprender el habla y es probable que se basen en el lenguaje de señas, la lectura de labios o ambos.
En el campo de la atención de la salud, la pérdida auditiva se clasifica en leve, moderada, grave y profunda. La pérdida auditiva leve o moderada puede dificultar el seguimiento de una conversación, especialmente cuando hay otros ruidos de fondo. Es probable que una persona con pérdida auditiva moderada use un audífono. La pérdida auditiva severa se caracteriza por la incapacidad de escuchar sonidos fuera del rango de 70 a 95 dB. Muchas personas con pérdida auditiva grave necesitarán un audífono potente además de utilizar el lenguaje de señas o la lectura de labios.
El grado más extremo de pérdida auditiva que no califica como sordera completa es la pérdida auditiva profunda. Alguien con este nivel de discapacidad auditiva tiene dificultad para escuchar todos los sonidos excepto los más fuertes, y la mayoría de los sonidos cotidianos son completamente inaudibles. El umbral de 95 dB para alguien con pérdida auditiva profunda es el equivalente a no poder escuchar un ruido más silencioso que el de un tren subterráneo a una distancia de 200 pies (61 m).
Varios factores pueden contribuir a la pérdida de audición, incluida la sordera total. La exposición a ruidos muy fuertes puede dañar la audición. Este daño puede resultar de una exposición prolongada a ruidos muy fuertes o de una exposición muy breve a ruidos extremadamente fuertes. Sonidos como los generados por disparos, equipos eléctricos de construcción y motores a reacción pueden causar una pérdida auditiva profunda después de una exposición de solo unos minutos. Las enfermedades, los defectos de nacimiento congénitos, la edad avanzada, las lesiones físicas, el daño a los nervios, ciertos medicamentos y la exposición a algunas sustancias químicas, metales y disolventes pueden causar pérdida auditiva.
La pérdida de audición puede ocurrir en uno o ambos oídos. Es común que una persona con discapacidad auditiva tenga diferentes grados de pérdida auditiva en cada oído. Algunos tipos de pérdida auditiva pueden tratarse, lo que da como resultado la restauración de parte o de la totalidad de la audición del paciente. Algunas personas pueden recuperar gradualmente la capacidad auditiva completa después de una pérdida auditiva debido a la exposición a ruidos fuertes, mientras que otras causas de pérdida auditiva pueden resultar en una discapacidad auditiva permanente.