Documentado por primera vez desde el siglo XVI, vibrato es un término musical utilizado para describir un cambio entre dos tonos que ocurre en un patrón constante y vacilante. Cuando se altera la velocidad y la variación del tono oscilante, se crean diferentes efectos y estos cambios agregan carácter y afectan el estado de ánimo de la pieza musical que se está ejecutando. El cambio que ocurre en la velocidad del tono se conoce como la «tasa de vibrato», mientras que la cantidad a la que varía el tono se denomina «extensión del vibrato». El efecto musical se implementa tanto durante el canto como cuando se toca un instrumento musical.
Para lograr el vibrato durante el canto, es importante que un cantante logre la cantidad correcta de presión en cada respiración. Esto se logra mediante el uso de los músculos abdominales y otras áreas del sistema de soporte, como los músculos inferiores de la madera. Al implementar estos músculos, el efecto musical da como resultado lo que a menudo se conoce como «garganta abierta». La garganta abierta ocurre cuando se abre la faringe o garganta, que se conecta con las cámaras nasales y la boca. También da como resultado cuerdas vocales cerradas, y es la combinación de las cuerdas cerradas, la garganta abierta y la presión respiratoria reguladas por el sistema de soporte lo que crea el efecto oscilante.
Un cantante puede mejorar el vibrato practicando técnicas de interpretación musical para que el efecto musical se convierta en una parte natural del canto. Una técnica común y simple consiste en colocar las manos debajo de la caja torácica y empujar suavemente hacia adentro y hacia afuera mientras canta una nota en un tono. Mediante el uso de esta técnica, un cantante puede producir un efecto vacilante y puede practicar cambiando la velocidad a la que la nota oscila entre los tonos. Se creará un vibrato fluido sin esfuerzo cuando un cantante puede cambiar entre dos tonos aproximadamente seis veces por segundo.
Si bien la técnica musical se asocia popularmente con el canto, también se implementa al tocar un instrumento musical. Al igual que el canto, los músicos instrumentales fluctuarán entre dos tonos de una nota en una técnica llamada «vibrato de dedo». Para crear este efecto en un instrumento de cuerda, un músico mantendrá presionada una cuerda y tocará una nota mientras mueve la cuerda hacia arriba y hacia abajo en el tablero del traste. De manera similar, el efecto se puede lograr en un instrumento de viento de madera colocando los dedos dentro y fuera de los orificios del instrumento en un movimiento rápido y vibrante, o alternativamente, modulando la cantidad de flujo de aire en el instrumento. La modulación del aire se logra al mover la lengua hacia atrás y hacia adelante en la boca, o al controlar la garganta y las regiones abdominales.
Los jugadores de latón también pueden lograr una fluctuación entre dos tonos cambiando la embocadura o la tensión de los músculos faciales, o sacudiendo el instrumento en un movimiento de ida y vuelta contra la boca. Al cambiar la embocadura y alterar la forma de los labios o la posición de la mandíbula, los músicos de metal pueden lograr el «vibrato labial». Alternativamente, al sacudir el instrumento de un lado a otro, se altera la cantidad de presión entre los labios y la boquilla, lo que también crea un efecto oscilante.