Una adicción al gasto, también conocida como oniomanía, se caracteriza por el intenso deseo de comprar cosas, o incluso por una constante obsesión por comprar independientemente de que se realicen compras. Las personas con tales deseos tienden a comprar compulsivamente, a menudo por cosas que son absolutamente innecesarias y que tal vez nunca se utilicen. Los compradores compulsivos también pueden comprar cosas que no son para su uso personal, pero que se compran como regalos para otros. La comunidad médica considera que la adicción al gasto es un tipo de adicción muy real que puede tener un impacto muy negativo en la calidad de vida.
Para muchos, la adicción al gasto está indisolublemente ligada a problemas económicos. Los compradores compulsivos a menudo acumulan una enorme cantidad de deudas para mantener su adicción. Sin embargo, hay otros que son lo suficientemente ricos como para tener una adicción al gasto sin crear un lío financiero. Incluso para esas personas, la adicción al gasto puede ser una gran carga emocional y mental impulsada por una variedad de factores no saludables, como la baja autoestima o la dependencia del gasto para sentirse feliz. Esto no es tan diferente de alguien que come compulsivamente cuando se siente deprimido.
Una adicción severa al gasto no solo puede dejar a una persona financieramente sumergida, sino que también puede afectar financieramente las relaciones con los cónyuges u otros seres queridos. Se sabe que los compradores compulsivos intentan ocultar sus hábitos de gasto erráticos a sus familias por vergüenza. Sin embargo, esto solo empeora los problemas; cuanto más exitosamente uno es capaz de ocultar su hábito, peor se pone, lo que solo conduce a un mayor costo financiero y emocional para todas las partes involucradas.
La adicción al gasto a menudo comienza como una combinación de hábitos de gasto indisciplinados, ayudados por un fácil acceso al crédito y una cultura que fomenta las compras, y una mala imagen de sí mismo. Si el gasto se vuelve lo suficientemente malo como para arruinar a una familia, descarrilar un matrimonio o causar algún otro evento catastrófico en la vida, el adicto puede sentir tanta vergüenza y depresión como para albergar pensamientos de suicidio. Ese tipo de poder para dañar enormemente vidas es una de las principales razones por las que los profesionales médicos se toman tan en serio la adicción al gasto.
Existen varios métodos para tratar la adicción al gasto. A muchas personas se les recetan medicamentos antidepresivos para ayudarles a sobrellevar los sentimientos de inseguridad, baja autoestima y culpa. Se pueden contratar consultores financieros para ayudar a resolver los problemas de gastos y deudas. En situaciones familiares, también se puede recomendar un consejero matrimonial para ayudar a reconciliar a los cónyuges que tienen problemas de confianza y se sienten separados por una brecha financiera.