Una prueba de personalidad es una prueba que mide diferentes aspectos de los rasgos psicológicos y el comportamiento de una persona, particularmente aquellos que permanecen relativamente sin cambios a lo largo de la vida. Pueden medir patrones de comportamiento, pensamientos y sentimientos. A menudo se utilizan en la fuerza laboral para evaluar a los empleados potenciales en términos de habilidades, inteligencia e integridad, y para identificar diferentes estilos de aprendizaje. Desarrolladas por psicólogos, las pruebas se califican y luego se comparan con normas o promedios para un grupo específico.
Hay muchos tipos diferentes de pruebas de personalidad. Algunas son pruebas proyectivas que utilizan proyecciones inconscientes de actitud en situaciones ambiguas. Estos incluyen la famosa prueba de manchas de tinta de Rorschach o la prueba de apercepción temática. El primero evalúa la reacción de una persona a las manchas de tinta, mientras que el segundo usa imágenes como base para que el cliente invente una historia. El desarrollo de las pruebas suele ser teórico o estadístico y se va perfeccionando con el tiempo.
Otras pruebas utilizan cuestionarios que tienen un nivel de estandarización mucho más alto que las pruebas proyectivas. La prueba de personalidad multifásica de Minnesota se creó en 1942 y su revisión más reciente a principios de los años 90 es una de las pruebas de personalidad más utilizadas. La primera prueba de personalidad se utilizó en 1919 y coincidió con la ciencia emergente de la psicología. Llamada Hoja de datos personales de Woodworth, fue utilizada por el Ejército de los Estados Unidos en nuevos reclutas para determinar si era probable que sufrieran fatiga de batalla.
El uso generalizado de las pruebas de personalidad en el lugar de trabajo ha sido objeto de críticas, ya que algunos expertos creen que se puede dar demasiado peso a los resultados de las pruebas. Hay cientos de pruebas disponibles, pero no todas son pruebas de personalidad psicológicamente sólidas o válidas. Las personas son seres complejos, y la reducción de sus personajes a una serie de preguntas de “sí, no o tal vez” ha llevado a algunos a dudar de la utilidad de las pruebas de personalidad.
La popularidad de las pruebas de personalidad en entornos no clínicos puede explicarse en cierta medida por el efecto Forer. Aquí es cuando las declaraciones muy vagas o generalizadas se toman como precisas y personales. Por ejemplo, una prueba puede volver con un análisis como «puedes ser autocrítico» o «a veces sientes que no has tomado las decisiones correctas». Este tipo de declaraciones son precisas para todos en alguna etapa de la vida, pero debido a que las personas quieren creer en el análisis, toman la información como algo personal y específico.