La prueba de Ames es un tipo de bioensayo que se utiliza para determinar el grado de probable actividad mutagénica que puede ocurrir en presencia de una o más sustancias químicas. Básicamente, es un método rápido y económico para predecir si una sustancia química presenta un riesgo de cáncer al causar mutaciones en el material genético, incluido el ADN. Sin embargo, también se utiliza para ilustrar que una sustancia química no es dañina. De hecho, los fabricantes de cosméticos y productos farmacéuticos utilizan las pruebas de Ames para «probar» inicialmente que sus productos no causan cáncer en humanos.
La bacteria es el conejillo de indias de elección para la prueba de Ames, a saber, Salmonella typhimurium. Si bien se utilizan varias cepas de esta especie, todas están alteradas para que sean más receptivas a la mutación genética. Por lo general, esto se logra con la exposición a las enzimas hepáticas de origen animal, como las ratas. La razón de esto es que las bacterias carecen naturalmente de las enzimas necesarias para facilitar el metabolismo de las sustancias químicas que se introducen. Esta configuración también simula más de cerca la composición celular del tejido humano.
Para realizar la prueba de Ames, la bacteria modificada se combina con la sustancia química que se está probando en un tubo de ensayo. Luego, la muestra se agrega a una placa de vidrio que contiene agar e histidina, un aminoácido a base de proteínas. El propósito de este cóctel químico es doble: el agar proporciona nutrientes para alimentar a la bacteria, mientras que la presencia de histidina permite que se produzca el metabolismo químico. A continuación, se deja que la muestra crezca en estas condiciones durante 24 a 48 horas de forma aislada.
Durante este tiempo, el volumen de histidina se agota, lo que normalmente crearía una condición en la que la bacteria no podría sobrevivir. Sin embargo, si la muestra continúa prosperando, indica que la bacteria ya no depende de la presencia de enzimas para colonizar. En resumen, esto significa que la bacteria ha mutado. En este caso, la prueba de Ames ha arrojado un resultado positivo.
¿Significa esto que la sustancia química probada causa cáncer en humanos? No necesariamente. De hecho, un resultado positivo simplemente demuestra que la sustancia química en cuestión es capaz de provocar mutaciones genéticas. Sin embargo, la conclusión práctica que se puede extraer de este tipo de resultado es que la sustancia química debe investigarse más a fondo como posible agente cancerígeno.
La prueba de Ames lleva el nombre de Bruce Ames, quien desarrolló este método de detección en la década de 1950 mientras se dedicaba a la investigación del cáncer en la Universidad de California. Antes de su inicio, se probaron sustancias químicas sospechosas en animales. Aparte de promover el sufrimiento y la muerte final de estos animales, el método era caro y tardaba meses o años en obtener algún resultado. Por el contrario, cultivar bacterias con el mismo propósito proporcionó una alternativa significativamente más rápida y rentable.